A dormir van los Augustos
el sueño de los injustos
en el infierno del Dante.
Salvador Allende queda
saliendo de la Moneda
con los dos pies por delante.
Ay, pobre doña Lucía,
el domingo que cumplía
ochenta y cuatro, enviudó.
Qué obscenidad, generales
de gala en los funerales,
la puta que los parió.
Iceberg de la memoria,
Neruda, Carmelo Soria,
tú, Letelier, Víctor Jara.
¿A tal verdugo, clemencia?
Lo que dicta mi conciencia
es escupirle en la cara.
Garzón tuvo dos garzones
cuando con nulas opciones
ordenó busca y captura
de luxe pero un calvario
pasó el felón victimario
con su máster en tortura.
Pinochetín, de buen nieto
se pasó, con un panfleto
que ultramilicó su furia.
Por suerte el de Prats, carajo,
redimió, con un gargajo,
tanta muerte, tanta injuria.
Los momios lloran de pena,
los rotos rompen la escena
huérfanos de tanto hermano.
Arde la capilla ardiente
donde, de cuerpo presente,
sigue jodiendo el tirano.
JOAQUÍN SABINA, 2006.
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