26.1.08

El Gral. Cangallo en el caleidoscopio




Todos sabemos que Julio Cortázar, el gran literato argentino, el intelectual progresista que escapaba a los convencionalismos y a los estrechos etiquetamientos de la prensa y los críticos, fue un antiperonista toda su vida. Como maestro y profesor de la Universidad Nacional de Cuyo fue perseguido por el primer peronismo, todo ello se encuentra por demás detallado en el libro de Jaime Correas ("Cortázar, profesor universitario", Aguilar, Bs As, 2005).

"1973 marca la aparición de una obra fundamental dentro de la literatura (llamada) del compromiso: Libro de Manuel. En él, Cortázar nos presenta las distintas caras que podía llegar a tener un revolucionario de esos días. Todo, matizado con el hilo argumental que da título al volumen: los integrantes de ese grupo de amigos subversivos, exiliados argentinos en París, harán un collage con recortes de cuanto diario encuentren a su alrededor, a fin de que el hijo de una pareja de amigos, Manuel, entienda el mundo cuando haya llegado a una edad en que esto fuera esperable.
Libro de Manuel es, para aquellos que nacimos en los ochenta, un documento literario definitivo para entender el mundo. Vale decir: todos somos ése Manuel, para quien era el libro."

(Diego J. Kenis: "La camiseta de Macarena (o el libro de Manuel)", 2007, www.eldistrital.com.ar)


La Polaquita y Marcos charlaban en la cama.

“ – Polaquita, mi provincia está en un país viejo y cansado, habrá que hacerlo todo de nuevo, creéme, te parecerá macana pero es así, viejo y cansado a fuerza de falsas esperanzas y promesas todavía más falsas en las que por lo demás nadie creyó nunca salvo los peronistas de la guardia vieja y éstos por razones diferentes y muy legítimas aunque al final el resultado fuera el de siempre, o sea coroneles a patadas empezando por el héroe epónimo.

- ¿Y por qué muchos de tus amigos y esos recortes de diarios y Patricio hablan del peronismo como de una fuerza o una esperanza o algo así?.

- Porque es cierto, polaquita, porque las palabras tienen una fuerza terrible, porque la realpolitik es lo único que nos va quedando contra tanto gorila pentagonal y tanto Vip, hoy no podrás entenderlo pero ya irás viendo, pensá en el jugo que le han sacado a la palabra 'Jesús', a la imagen Jesús, comprendé que nosotros necesitamos hoy una palabra taumatúrgica y que la imagen a la que corresponde esa palabra tiene virtudes que reíte de la cortisona.

- Pero vos no crees en esa imagen, Marcos.

- Qué importa si nos sirve para echar abajo algo mucho peor, la ética de los abuelos ya no corre, polaquita, sin hablar que los abuelos tenían dos éticas a la hora de encaramarse a lo que fuera, podés estar segura. Tenés razón, me importa un bledo ese viejo que pretende telecomandar algo que en su día fue incapaz de hacer a fondo y eso que tuvo las mejores cartas en la mano; pero de hecho ya está fuera de juego, solamente que los nombres y las imágenes duran más que lo nombrado y lo representado, y en mejores manos pueden dar lo que no dieron en su momento, vos fijate el discurso que te estoy haciendo.


- Quisiera comprender mejor -dijo Ludmilla-, quisiera comprender tantas cosas pero queda lejos, no se ve muy claro con tanta agua de por medio.


- Tampco allá se ve claro, no te voy a atosigar con algo más complicado que la ley de alquileres, solamente comprendé que para nosotros, todas las armas eficaces son válidas porque sabemos que tenemos razón y que estamos acorralados por dentro y por fuera, por los gorilas y los yanquis e incluso por la pasividad de esos millones que esperan siempre que otros saquen las castañas del fuego, y además porque el solo hecho de que los enemigos del peronismo sean quienes son nos parece un motivo más que legítimo para defenderlo y valerse de él y un día, sabés, un día salir de él y de tanta otra cosa por el único camino posible, ya te imaginás cuál."


Julio Cortázar.


(Fragmento del "Libro de Manuel" de JULIO CORTÁZAR, 1973)


De la lobotomía moral

Por Juan Gelman


No es el mero lavado de cerebros, del que se ocupan cotidianamente gobiernos como el de la Casa Blanca donde asientan sus traseros –única materia pensante que, al parecer, poseen– los fautores de guerras infinitas, o ciertos medios, ciertas audiciones de radio, ciertas cadenas de televisión. Es algo más: es la mutilación de sentimientos morales como el arrepentimiento, la culpa, la memoria del horror, la solidaridad, la compasión, la repugnancia de matar a otros seres humanos y hasta la dignidad del combate. El Pentágono ha tomado medidas para que nada de eso asalte a sus soldados, que considera apenas material desechable. Se lo ha oficializado el Congreso de EE.UU.


La Ley de psicología Kevlar de 2007 faculta a la Secretaría de Defensa “a desarrollar y aplicar un plan de medidas preventivas y de intervención temprana, de prácticas o procedimientos que reduzcan la posibilidad de que el personal en combate padezca desórdenes post traumáticos (PTSD, por sus siglas en inglés) y otras psicopatologías relacionadas con el estrés, incluyendo la utilización de substancias” (www.opencongress.org, 31-7-07). La sustancia es el propanolol y esa preocupación tiene razones: casi el 40 por ciento de los soldados, un tercio de los marines y la mitad de los guardias nacionales que han luchado en Irak sufren graves trastornos mentales, según se asienta en un informe del Grupo de Tareas sobre Salud Mental del Pentágono (www.defense link.mil, 15-6-07). En el informe relativo a los suicidios en las fuerzas armadas estadounidenses después de la invasión y ocupación de Irak se registra que la tasa de efectivos que se dieron muerte por mano propia en el 2006 es la más alta desde 1980 (www.armymedicine.army.mil, 2006). La CBS informó en diciembre que, con base en una investigación que llevó a cabo, más de 6250 veteranos se suicidaron en el 2005, unos 17 cada día. Las bajas en el frente fueron mucho menores. La muerte no cesa de trabajar después de los tiros.

La lógica de la ley Kevlar es sencilla: si los chalecos antibalas protegen el físico de los militares estadounidenses, ¿por qué no emplear drogas para proteger su subjetividad? Desde la Segunda Guerra Mundial, el Pentágono viene desarrollando métodos para modificar los valores éticos que las familias y la escuela inculcaron a los reclutas. El teniente coronel Peter Kilner fue muy claro al respecto: “El entrenamiento militar moderno condiciona a los soldados para que reaccionen ante los estímulos y esto maximiza su capacidad letal, desbordando toda autonomía moral. Se condiciona a los soldados para que actúen sin considerar las repercusiones morales de sus acciones, se los torna capaces de matar sin tomar la decisión consciente de hacerlo. Si no pueden justificar ante sí mismos el acto de matar a otro ser humano, probable y comprensiblemente se sentirán muy culpables y esto se manifestará en un PTSD y dañará la vida de miles de hombres que cumplieron su deber en el frente” (The New Yorker, 5-7-04). El coronel Kilner es profesor de filosofía y ética en West Point. ¿Cómo definirá la ética en sus clases?

La cápsula de propanolol destinada a los efectivos estadounidenses tiene efectos varios. Es como una pastilla del día siguiente, atenúa o apaga la memoria de los horrores vistos y cometidos. Esta técnica de congelación de la sensibilidad y la memoria explica el miedo de las familias que se instala en los hogares cuando los veteranos vuelven y ejercen una violencia indiscriminada. También el número de violaciones dentro de las fuerzas armadas de EE.UU.: ascendieron a 2374 casos en el 2005, un incremento del 40 por ciento respecto del año anterior, y se trata apenas de los casos denunciados. El general K.C. McClain, comandante del grupo de tareas del Pentágono encargado de la prevención y respuesta a las agresiones sexuales en las propias filas, subrayó: “Los estudios indican que sólo se notifica el 5 por ciento de esos hechos” (www.defenselink.mil, 16-3-06). Si así fuere, tales agresiones habrían superado la cifra de 47000 en el año investigado, más de 130 por día. Una friolera, vamos.

Es notorio que el propanolol se emplea con fines terapéuticos, entre otras cosas para aminorar la presión sanguínea y poner coto a las arritmias del corazón. Algunos atletas lo utilizan a manera de dopping con el objeto de mejorar su rendimiento. Para el Pentágono es otra cosa: una garantía de que las tropas perpetren cualquier crimen sin cuestionamiento alguno y puedan seguir cometiéndolos. La ley Kevlar facilita la “cura” de los impulsos suicidas y los trastornos mentales que experimentan los efectivos norteamericanos mutilando su memoria y sentimientos. La lobotomía moral existe.