18.12.07

Un criminal menos - a 1 año de la muerte de Pinocho


A dormir van los Augustos
el sueño de los injustos
en el infierno del Dante.

Salvador Allende queda
saliendo de la Moneda
con los dos pies por delante.

Ay, pobre doña Lucía,
el domingo que cumplía
ochenta y cuatro, enviudó.

Qué obscenidad, generales
de gala en los funerales,
la puta que los parió.

Iceberg de la memoria,
Neruda, Carmelo Soria,
tú, Letelier, Víctor Jara.

¿A tal verdugo, clemencia?
Lo que dicta mi conciencia
es escupirle en la cara.

Garzón tuvo dos garzones
cuando con nulas opciones
ordenó busca y captura

de luxe pero un calvario
pasó el felón victimario
con su máster en tortura.

Pinochetín, de buen nieto
se pasó, con un panfleto
que ultramilicó su furia.

Por suerte el de Prats, carajo,
redimió, con un gargajo,
tanta muerte, tanta injuria.

Los momios lloran de pena,
los rotos rompen la escena
huérfanos de tanto hermano.

Arde la capilla ardiente
donde, de cuerpo presente,
sigue jodiendo el tirano.


JOAQUÍN SABINA, 2006.

26.11.07

“¿Por qué no te callas?” o la colonialidad del poder

Por Boaventura de Sousa Santos *


“¿Por qué no te callas?” Esta frase, pronunciada por el rey de España dirigiéndose al presidente Hugo Chávez durante la XVII Cumbre Iberoamericana realizada en Chile el pasado 10 de noviembre, corre el riesgo de quedar en la historia de las relaciones internacionales como un símbolo cruelmente revelador de las cuentas por saldar entre las potencias ex colonizadoras y sus ex colonias. De hecho, nadie se imagina a un jefe de Estado europeo dirigiéndose públicamente en esos términos a un par europeo, cualesquiera fuesen las razones del primero para reaccionar ante las consideraciones del último. Como cualquier frase que interviene en el presente a partir de una larga historia no resuelta, esta frase es reveladora en diferentes niveles.

En primer lugar, revela la dualidad de criterios para evaluar qué es o no democrático. Está documentado el involucramiento del primer ministro de España de entonces, José María Aznar, en el golpe de Estado que en 2002 intentó derrocar a un presidente democráticamente electo, Hugo Chávez. Como a esa altura España presidía la Unión Europea, esta última no puede siquiera clamar su total inocencia. Para Chávez, al actuar de esta forma, Aznar se comportó como un fascista. Podría llegar hasta a cuestionarse la adecuación de este epíteto. Pero, ¿no hay tantas razones para defender las credenciales democráticas de Aznar, como hizo patéticamente Zapatero, como para denunciar el carácter antidemocrático de su injerencia? ¿Se haría lugar a la misma vehemente defensa si un presidente electo de un país europeo colaborase en un golpe de Estado para deponer a otro presidente europeo electo?

La dualidad de criterios tiene aún otra vertiente: la valoración de los factores externos que interfieren en el desarrollo de los países. En los primeros discursos de la Cumbre, Zapatero criticó a aquellos que invocan factores externos para encubrir su incapacidad para desarrollar a los países. Era una alusión a Chávez y su crítica al imperialismo norteamericano. Pueden criticarse los excesos de lenguaje de Chávez, pero no es posible hacer esta afirmación en Chile sin tener presente que allí, hace 34 años, un presidente democráticamente electo, Salvador Allende, fue depuesto y asesinado por un golpe de Estado orquestado por la CIA y Henry Kissinger. Tampoco es posible hacerlo sin tener presente que actualmente la CIA tiene en curso las mismas tácticas usando el mismo tipo de organizaciones de la “sociedad civil” para desestabilizar a la democracia venezolana.

Tanto Zapatero como el rey quedaron particularmente irritados por las críticas a las empresas multinacionales españolas (búsqueda desenfrenada de lucro e interferencia en la vida política de los países), realizadas en diferentes tonos por los presidentes de Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y Argentina. Es decir, los presidentes legítimos de las ex colonias fueron mandados a callar pero, de hecho, no se callaron. Esta negación significa que estamos por entrar en un nuevo período histórico, un período poscolonial, teorizado, entre otros, por José Martí, Gandhi, Franz Fanon y Amílcar Cabral, y cuyas primicias políticas se deben a grandes líderes africanos como Kwame Nkrumah. Será un período duradero que se caracterizará por una fuerte afirmación de los países que se liberaron del colonialismo europeo en la vida internacional y se basará en la recusación de las dominaciones neocoloniales que han persistido más allá del final del período colonial. Esto explica por qué la frase del rey de España, destinada a aislar a Chávez, fue un tiro que salió por la culata. Por la misma razón se explican los sucesivos fracasos de la Unión Europea de aislar a Roberto Mugabe.

Pero, “¿por qué no te callas?” es todavía reveladora a otros niveles. Destaco tres. Primero, la desorientación de la izquierda europea, simbolizada por la indignación hueca de Zapatero, incapaz de darle cualquier uso creíble a la palabra “socialismo” e intentando desacreditar a aquellos que lo hacen. Puede cuestionarse al “socialismo del siglo XXI” –yo mismo tengo reservas y preocupaciones en relación con algunos desarrollos recientes en Venezuela–, pero la izquierda europea deberá tener la humildad para reaprender, con la ayuda de las izquierdas latinoamericanas, a pensar futuros poscapitalistas. Segundo, la frase espontánea del rey de España, seguida del acto insolente de abandonar la sala, mostró que la monarquía española pertenece más al pasado de España que a su futuro. Si, como escribió el editorialista de El País, el rey desempeñó su papel, es precisamente este papel el que más y más españoles ponen en cuestión, al abogar por el fin de la monarquía, en definitiva una herencia impuesta por el franquismo. Tercero, ¿dónde estuvieron Portugal y Brasil en esta Cumbre? Al mandar a callar a Chávez, el rey habló en familia. ¿Brasil y Portugal son parte de ella?

* Doctor en Sociología del Derecho (Universidad de Yale), catedrático de la Universidad de Coimbra (Portugal).

22.11.07

ANSELMO MARINI - en el centenario de su nacimiento


Se cumplen cien años del nacimiento de un hombre público de sobradas y comprobadas virtudes republicanas: don Anselmo Antonio Marini.
Es sabido que Marini hizo en la política lo que los romanos definían como "cursus honorum", la carrera de los honores. Pocas veces pudo ser más completa. Inició su vida política en la Universidad Nacional de La Plata representando al claustro de estudiantes en el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Jurídicas en 1930. Le tocó ser concejal en su ciudad y presidir el radicalismo platense, compartiendo ese reducto de mentes privilegiadas que integraron Ricardo Balbín, Emir y Amílcar Mercader, Emilio Donato del Carril, ente otros. En 1949 fue diputado en la Convención Nacional Constituyente.
En 1952 integró y presidió el bloque de diputados de la UCR en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires.
En 1957 volvió a integrar la Convención Nacional Constituyente ocupando la vicepresidencia 1° del cuerpo.
Desde 1958 hasta la crisis institucional de 1962, presidió el bloque de diputados nacionales de la U.C.R. destacándose su laboriosidad y enjundia.
Desde 1963 y hasta el bochornoso golpe de1966, ocupó el sillón de Dardo Rocha como gobernador de Buenos Aires, en una gestión progresista y ejemplar.
Con la restauración de la democracia constitucional en 1983, le fue encomendada por el gobierno del presidente Alfonsin la representación diplomática argentina ante la hermana República del Perú, desempeñando su misión con la dedicación e inteligencia que había acumulado a lo largo de sus años al servicio de la Patria.
La UCR lo distinguió como presidente de la Comisión Nacional de Homenaje al centenario de su fundación (1990/1992) además de haberle correspondido ser convencional nacional en varios períodos. En 1996 fue designado Miembro de Honor del Instituto Yrigoyeneano,.
Lo acompañaron siempre en su prolongada y fructífera vida, su esposa Edith, su hija María Edith y una legión de nietos y biznietos.
Octavio R. Amadeo en sus brillantes ensayos reunidos en "Vidas Argentinas" al referirse a la vejez de una figura consular argentina dice: "le fué otorgada la vejez, que es casi un virtud. y cuando se llega a ella con salud moral y física, con utilidad social, es como una santidad...Fué un gran viejo; la vejez es una dignidad y una virtud. Producir un viejo es un éxito de la naturaleza y una victoria de la raza". Esto se puede aplicar sin dudar a la figura eminente de Anselmo Marini que alcanzó la senectud con una dignidad y un señorío reconocido y admirado por propios y extraños, sin diferencia de banderías.
En su compromiso ciudadano con los ideales que abrazó desde niño y su consecuencia de conducta sin estridencias, vivió la vida gloriosa de los seguidores sacrificados de Yrigoyen, aquel que exaltó al pueblo a los primeros planos por medio de la revolución democrática que inspiró y llevó a cabo.
El monumento pétreo que espera a Marini y el espiritual que ya tiene levantado en los corazones de sus conciudadanos ha de servir de guía espiritual de una sociedad sedienta de ejemplos morales como el de ese hombre que fue grande sin querer llegar a serlo.

21.11.07

El lugar del desaparecido en el arte

tomas ruiz rivas y el desaparecido en españa y la argentina

Coordinador del encuentro Homo sacer. El lugar de los desaparecidos en el arte, el artista madrileño acaba de realizar un homenaje a las víctimas de la dictadura franquista. Un tópico que, según detalla, al día de hoy está lejos de resolverse en el seno de la sociedad española.


La figura del Homo sacer, rescatada por el filósofo italiano Giorgio Agamben para explicar el estatuto del prisionero del campo de concentración nazi, es quizás hoy por hoy la noción clave para avanzar en una comprensión profunda del terrorismo de Estado. En esta avanzada artístico-política se encuentra Tomás Ruiz Rivas, artista visual, curador independiente, director y creador del Ojo Atómico (antimuseo de arte contemporáneo) y coordinador del encuentro Homo sacer. El lugar de los desaparecidos en el arte, organizado por el Centro Cultural de España (Cceba). El artista madrileño –conocido por sus trabajos sobre la identidad española y la memoria histórica bajo el heterónimo Tom Lavin– plantea que no es casual que sea un argentino, el filósofo Ricardo Forster, quien haya establecido la relación entre el Homo sacer de Agamben y el desaparecido. “El hallazgo de Agamben –escribe Forster– es notable ya que a través de esta oscura figura del derecho romano arcaico logra hacer pensable el mecanismo que constituye la figura del poder soberano como fuente de exterminio, sin contradecir, y éste es el escándalo que subyace a la política de Occidente, al propio derecho. Agamben ha captado ese momento obturado por el logos en el que el humano es despojado de su humanidad, nulificada su existencia y, por tanto, utilizable y eliminable según las necesidades políticas del soberano”.

Las sociedades argentina y española comparten la experiencia traumática de las desapariciones. Las cifras de desaparecidos son similares: unas 30.000 personas, “aunque por la misma naturaleza de esta forma de terrorismo de Estado es casi imposible fijar un número exacto –aclara Ruiz Rivas–. Más en España, donde la mayoría de las desapariciones tuvieron lugar entre 1936 y 1948, y ya han muerto muchos de los testigos que podrían habernos dicho quién, cuándo y cómo faltó de su casa”. Por paradójico que resulte, la desaparición ha llegado a tener estatuto de ley: un decreto conocido como Noche y Niebla, firmado por Wilhelm Keitel en 1941, y cuyo nombre completo era: “Directivas para la persecución de las infracciones cometidas contra el Reich o las fuerzas de ocupación en los territorios ocupados”.

Como Tom Lavin, este creador español realizó la videoinstalación Fosa común, un modo de rendir homenaje a las víctimas de la dictadura franquista. En Madrid, Toledo y México dibujó un mapa en el suelo y desplegó más de 150 kilos de tierra de una fosa común de la provincia de Burgos, donde se hizo una exhumación en el 2000, cuando Emilio Silva, fundador de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), decidió buscar los restos de su abuelo. “El tema de los desaparecidos recién se está empezando a hacer público en España –dice Ruiz Rivas en la entrevista con Página/12–. No sabía cómo abordarlo como artista, pero cuando vi el documental Santa Cruz por ejemplo..., del austríaco Günter Schwaiger, se me ocurrió hacer un gran mapa de España con tierra de fosas comunes. Las reacciones fueron muy variadas, pero hubo mucha gente que se negó a pisar esa tierra. Es una aprensión chocante porque llevamos pisando setenta años esa tierra sin saberlo, o sabiéndolo pero sin querer saberlo.”

–¿Por qué tuvieron que pasar 70 años para que la sociedad española se animara a hablar de las desapariciones durante el franquismo?

–La derecha española construyó su discurso para justificar el golpe de Estado y la Guerra Civil, colocándose en el lugar de las víctimas; apeló a la construcción simbólica de los mártires del catolicismo, que le permitió justificar la necesidad de una acción violenta porque estaban siendo martirizados. Durante cuarenta años se ha borrado literalmente de la historia y de la enseñanza la existencia de la represión franquista. He hablado con personas mayores de derechas que aún dicen que no ha habido tal represión, y hay escritores que han escrito, con una desfachatez absoluta, que la represión fue mínima. De forma sistemática, durante cuarenta años, se consiguió que la represión franquista desapareciera de la memoria colectiva. En los años ’70, poco después de la muerte de Franco, se dio un movimiento civil fuerte de recuperación de restos humanos. En algunas zonas de España se hicieron exhumaciones, con la participación de antropólogos y médicos forenses, y se identificaron huesos. Pero el golpe de Estado de Tejero, en 1981, paralizó todo este impulso de la sociedad de buscar la verdad, de reclamar justicia. La reaparición del fantasma del terrorismo de Estado fue suficiente para que no se volviera a hacer una exhumación en 20 años, hasta el 2000.

–¿Hay una cifra estimada de la cantidad de desaparecidos durante el franquismo?

–No, porque las desapariciones, por su propia naturaleza, no están documentadas, incluso muchos de los archivos de los juicios sumarios, el trámite por el que se condena a muerte a una persona, se han destruido, los cuerpos fueron a fosas comunes, que también han sido levantadas de los cementerios. Las investigaciones para llegar al número de víctimas son complejísimas. La junta de Andalucía está haciendo un mapa en donde llevan localizadas unas 460 fosas comunes y tienen una lista que supera los 35.000 nombres, solamente en Andalucía. La forma de llegar a esta cifra es lateral, porque no hay expedientes policiales o militares que digan: “hemos matado a Federico García Lorca”.

–¿Cómo hace el artista para abordar estos temas tan traumáticos?

–No sabría sentar cátedra sobre la forma de hacerlo, pero parto de un interés personal que no se debe a un trauma directo; en mi familia hay un exiliado, pero no hubo muertos por la represión. Hubo un momento en que me di cuenta de que algo en mi vida estaba mal y que tenía unas raíces más amplias que mi propia biografía. Eso me llevó a intentar entender qué tipos de fracturas había en la sociedad española, lo que me condujo a investigar sobre el franquismo y la represión. Una de las pautas de mi trabajo como artista es colaborar con las organizaciones civiles. No me interesa la distancia del artista que trabaja en su estudio, sino que busco el diálogo con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y con los familiares de las personas enterradas en esas fosas. Lo importante es que la obra de arte exceda las fronteras del sistema artístico, que conecte con otras esferas públicas o campos de conocimiento que le den una capacidad de actuación política, que puede ser reducida, pero que es real. Voy introduciendo mi obra en circuitos que no son artísticos, y para mí es importante porque por lo general el arte contemporáneo es un sistema cerrado en donde este tipo de contenidos tienden a convertirse en una mercancía para un mercado suntuario y pierden cualquier efectividad simbólica.

–Al mismo tiempo que se da esta tendencia de un mercado suntuario, ¿habría una recuperación del arte político en los últimos años?

–Sí, el 11 de septiembre, la guerra de Irak y la catástrofe en la que ha sumergido Bush a toda la humanidad fueron detonantes de la reaparición del arte político. Tenemos problemas acuciantes y el arte no puede estar dedicado a producir objetos costosos dentro de un circuito cerrado. Hay artistas que, así como hacen arte, diseñan moda o hacen joyas y están regresando a una forma de arte que corresponde más al siglo XVIII que a nuestra época. Pero por otro lado, hay gente que entiende que el arte es una actividad política. Los españoles todavía tenemos muchos tabúes y barreras mentales a la hora de acercarnos a este tipo de experiencias políticas como la recuperación de la memoria histórica; no sabemos cómo afrontarlas ni cómo llevarlas al terreno del arte, y el contexto institucional, en general, no facilita mucho las cosas.


LAS LISTAS DE "ROJOS"

Tomás Ruiz Rivas confesó que no tomó conciencia de lo que había bajo sus pies hasta que leyó, en el verano de 2000, la noticia de la primera exhumación realizada por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) en una fosa con trece cuerpos, en Priaranza del Bierzo, un pueblo de León. “Desde entonces han desenterrado más de un millar de cuerpos de unas 200 fosas –aclara–. Se trata, en todos los casos, de víctimas de ejecuciones extrajudiciales, de desaparecidos. La cifra es terrible, pero no es más que un botón de muestra.” La ARMH presentó ante el juez Baltasar Garzón, en diciembre de 2006, una demanda contra el Estado español, reclamando que dé cuenta del paradero de 30.000 españoles desaparecidos bajo el franquismo. Un aspecto particularmente tenebroso de las desapariciones zes la participación de la sociedad civil en los crímenes. “Según ha podido averiguar la ARMH, por testimonios de familiares de las víctimas, en los pueblos los elementos afines a la sublevación militar elaboraban listas de ‘rojos’, que se intercambiaban con los fascistas de los pueblos vecinos, de modo que cada grupo se ocupaba de hacer desaparecer a los ‘rojos’ del vecino –precisa Ruiz Rivas–. Falangistas, guardias civiles, particulares y miembros del clero ejecutaron materialmente el plan de exterminio de los posibles opositores a partir septiembre de 1936, y en especial en las provincias que se unieron desde el principio al golpe de Estado, y donde no hubo frente de guerra. La fecha es relevante, porque las desapariciones, al menos en Castilla y León, empiezan dos meses después del alzamiento en Melilla, cuando se está formando una resistencia popular que contendrá el avance de las tropas de Franco en Madrid, otros dos meses después, en noviembre de 1936. Esto, y el sistema de listas cruzadas, es lo que nos permite pensar que las desapariciones no fueron fruto de una explosión espontánea de ira, como se ha dicho tradicionalmente, sino de un plan perfectamente articulado.”

1.11.07

30 de Octubre - Algo más que nostalgia

Raúl Alfonsín fue el primero en salir a la arena el 16 de julio de 1982, realizó, en la Federación Argentina de Box, un importante acto donde el público supero holgadamente las expectativas de los organizadores.
El 7 de diciembre de 1982 el jefe del Movimiento de Renovación y Cambio de la UCR, congregó más de 30.000 personas en el estadio Luna Park. Más aun también fueron masivos los actos de Luis León y de De la Rua realizados en ese mismo lugar, lo que hablaba de lo que producía el radicalismo en la gente
La figura de Alfonsín hacia desbordar los locales partidarios, la gente concurría masivamente a afiliarse, esto fue decisivo en las elecciones internas en todo el país. En las elecciones que se realizaron en el invierno del 83, Alfonsín lograría imponerse en todos los distritos. El 29 de julio de ese año era designado Presidente del partido.
Dos días después, el 31, la Convención Nacional de la Unión Cívica Radical lo proclamaría como candidato a la Presidencia de la Nación secundado por el Dr. Víctor Martinez.
Durante toda la campaña electoral, Alfonsín apelaría a un recurso tan noble como efectivo: todos sus discursos finalizaban recitando textualmente al Preámbulo de la Constitución Nacional, a modo de credo colectivo.
Lanus, Avellaneda,San Justo, La Plata y el país entero vibraban, deliraban en actos masivos, en ellos Alfonsín apelaría a un recurso inolvidable, el preámbulo que era recitado como un credo A la contundente consigna "¡Ahora Alfonsín!" se sumaba otra igualmente efectiva: "Somos la Vida", quien podrá olvidar ese gesto con las manos agarradas y los calcos de R.A..
Estallo Ferro, a fines de septiembre, en un acto en el que se debió poner pantalla gigante afuera, la gente sobre la avenida avellaneda llegaba a flores, finalmente el acto en la 9 de julio con un millón de personas en la calle.
Recuerdo que tarareábamos ese poema maravilloso de MARIO Benedetti y Favero

Cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la Vida
y porque no podemos, ni queremos
dejar que la canción se haga cenizas.
Cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto, ni la bronca.
Cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota.

Ese 30 de octubre el pueblo consagro a Alfonsin presidente, se abría una etapa única e inolvidable.

Más allá de balances, que maravilloso recuerdo el de esos días, en mi caso tenía 20 abriles como muchos que nos iniciábamos en la militancia, la de las paredes pintadas por militantes, las de comités bulliciosos, la de infinidad de actos por doquier, de muchos sueños.

Quizás en este panorama del radicalismo de hoy, es bueno detenernos un instante a recordar esos días, quizás el repensar esos sueños y utopías, nos de la fuerza para consumar la obra como dijo nuestro fundador. Todos juntos, haremos que el radicalismo vuelva a sus horas mas gloriosas. Que así sea.


Dr. Gustavo Aramburu

22.10.07

el populismo debe salir de escena

"Los políticos carecen de argumentos para un debate de contenidos, porque muchos asuntos ya han pasado a ser competencia comunitaria o regional, mientras la economía se desarrolla de modo autónomo. Así que los políticos buscan temas para lucirse y recurren al populismo. Pero esta situación tiene un límite y, cuando ya no sea posible seguir como hasta ahora, los populistas tendrán que salir de escena."


Lech Walesa

Fuente: "El País", Madrid, 21 de octubre de 2007, p. 8

14.10.07

Se informa que la sede del Instituto Nacional Yrigoyeneano sita en Junín 262 planta baja 2 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se encuentra abierta al público

para consultas y visitas los días martes, miércoles y jueves (hábiles) de 17 a 19 horas.

El Consejo Directivo

www.yrigoyen.gov.ar

11.10.07

12 de octubre: Yrigoyen y el primer gobierno democrático

Por Diego Barovero


El 12 de octubre de 1916, seis meses después de la primera aplicación nacional de la Ley Sáenz Peña que posibilitó la victoria electoral de la Unión Cívica Radical, el Dr. Hipólito Yrigoyen asumió como primer presidente auténticamente democrático de la historia argentina.

Habiendo obtenido más de 370.000 votos -casi el 49% de los votos válidamente emitidos- la fórmula radical se alzó con el triunfo aquel 2 de abril de 1916. A pesar de las presiones y las agachadas típicas de la política criolla, al irreductible Yrigoyen -“Que se pierdan cien gobiernos pero que se salven los principios”- le alcanzaron los electores para ser definitivamente consagrado el 20 de julio siguiente junto al Pelagio B. Luna como Presidente y Vice de la Nación Argentina.

Llegaba así a su fin el “Régimen”, un sistema que había sido eficaz para el crecimiento económico del país, pero que basaba su estructura jurídico institucional en prácticas deleznables que abjuraban del principio representativo del gobierno consagrado en el artículo 1° de la Constitución Nacional.

La llegada al gobierno del líder radical se había jalonado mediante la acción revolucionaria y el abstencionismo durante los procesos eleccionarios plagados de ilegalidades, donde las prácticas corruptas del antiguo régimen impedían el ejercicio del sufragio libre. Yrigoyen y el radicalismo tuvieron la virtud de generar un nuevo paradigma político.

El régimen gobernante compuesto por la oligarquía, que ya no era liberal e ilustrada como la decimonónica, dio muestras de apertura cuando su más lúcido exponente, el Presidente Roque Saenz Peña, convocó a Yrigoyen al diálogo político. De aquel encuentro surgió el código electoral que lleva el nombre del primero, y que al decir de Félix Luna debió llevar el del segundo.

No fue fácil el camino que lo llevó a la Casa Rosada, especialmente porque el régimen agotó todas las posibilidades de un continuismo de sus políticas y de sus hombres, y que según Horacio Oyhanarte: "el régimen no tuvo ni la dignidad de su caída".

El 12 de Octubre Yrigoyen asumía las altas responsabilidades para las cuales se había preparado toda su vida. Ese mismo día moría el cantor Gabino Ezeiza, que había sido símbolo del viejo radicalismo, de las luchas de Alem y de la Unión Cívica, y cuando le contaron al Presidente a punto de asumir, con tristeza y resignación, dijo: "¡Pobre Gabino! ¡El ayudó!".

La obra de gobierno yrigoyeneana podría ilustrarse con algunos de sus logros, como la Reforma Universitaria que fue numen inspirador de los movimientos regeneradores de América Latina; la creación de YPF y la defensa del petróleo en la genial labor del General Enrique Mosconi; la jornada laboral de ocho horas y las primeras leyes previsionales; la creación del Banco Agrario y la sanción de la ley de arrendamientos agrícolas; el ferrocarril a Huaytiquina y el establecimiento en la República de más de tres mil nuevas escuelas. Todo ello con un Congreso opositor, con sólo cuatro provincias de su signo político y con una prensa despiadada en continuo ataque.

Sin embargo, el ambiente del país era otro muy diferente. Vale repasar al escritor Eduardo Mallea quien recuerda los momentos iniciales de la presidencia de Yrigoyen de esta forma: "Sobrevino un estado de pureza cívica, una gran seriedad de conciencia culminó en 1916 con el advenimiento de un gobierno austero y popular… era una gran necesidad civil de decencia contra muchos años de explotación y de fraude." (Mallea, Eduardo: 'El sayal y la púrpura', Losada, 1941)

Uno de sus más enconados e inteligentes adversarios Nicolás Repetto, líder del socialismo argentino dijo del Presidente Yrigoyen con motivo de su muerte: "A Yrigoyen le ha sido dada experimentar la satisfacción más grande a la que pudo aspirar un hombre de su acción: contribuyó a derrocar el régimen de las viejas oligarquías e inauguró el primer gobierno verdaderamente democrático del país. Este sólo hecho basta para asegurarle un puesto señalado y definitivo en la historia argentina"

Hoy, Hipólito Yrigoyen es considerado un prócer, padre de la democracia argentina. Tiene monumentos; localidades, calles y plazas que llevan su nombre; los homenajes se suceden, y sus máximas más famosas suelen citarse en el discurso político. Aún resta el examen de muchos aspectos de su pensamiento, que han sido relegados, mal estudiados o ignorados. Por la trascendencia e influencia de sus ideales en la formación de la conciencia nacional, podríamos afirmar con el joven e indeleble Jorge Luis Borges que "Yrigoyen nos sigue gobernando".


*Vicepresidente del Consejo Directivo del Instituto Nacional Yrigoyeneano (Ley N° 26.040)


INSTITUTO NACIONAL YRIGOYENEANO
www.yrigoyen.gov.ar

25.9.07

Decisión de la Corte Chilena Reafirma la Responsabilidad de Jefes de Estado

ICTJ Celebra Extradición de Ex Presidente Fujimori a Perú
Decisión de la Corte Chilena Reafirma la Responsabilidad de Jefes de Estado


NUEVA YORK, 25 de Septiembre de 2007—El Centro Internacional para la Justicia Transicional celebra la resolución de la Corte Suprema de Chile, en la que acogió la solicitud de extradición del ex Presidente del Perú, Alberto Fujimori, a su país. La decisión, adoptada el viernes pasado, refuerza la importancia de la colaboración entre los poderes judiciales de diferentes países en el esfuerzo por combatir la impunidad de violaciones a los derechos humanos.

La extradición permitirá que Fujimori sea juzgado por los tribunales peruanos por dos crímenes contra los derechos humanos y varios casos de corrupción cometidos durante su gobierno entre 1990 y 2000. El juicio será una gran contribución al proceso para la obtención de verdad, alcanzar la justicia y reforzar el compromiso del gobierno en la entrega de reparación para las víctimas de las violaciones a los derechos humanos cometidas en Perú entre 1980 y 2000, que fueron registradas por la Comisión de Verdad y Reconciliación de ese país.

La sentencia de la Corte Suprema de Chile afirma principios muy importantes en materia de derechos humanos, incluyendo:

Como se ha señalado con anterioridad, la importancia de la cooperación entre los sistemas judiciales de distintos países para hacer justicia en casos de violaciones a los derechos humanos. Esta colaboración se origina en la obligación general de los Estados de impedir la impunidad de delitos que, por su gravedad, afectan a toda la comunidad internacional y del compromiso que éstos tienen de respetar y promover tales derechos. Al afirmar este principio, la sentencia constituye un poderoso llamado a todos aquellos ex jefes de Estado que se refugian en otros países, de que sus intentos de escapar de la justicia serán frustrados y serán extraditados y juzgados.

La responsabilidad de jefes de Estado como autores mediatos de violaciones a los derechos humanos, como consecuencia de su dominio de un aparato organizado de poder. La Corte Suprema de Chile consideró para esto la concentración de poder que Fujimori habría tenido, especialmente sobre las fuerzas armadas y servicios de inteligencia del Perú.

El rechazo de la pretendida inmunidad de ex jefes de Estado por crímenes cometidos en el ejercicio del poder, consecuencia de la obligación de respetar los derechos humanos. Esto reafirma las conclusiones a las que llegó la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que estableció la responsabilidad del Estado peruano en los dos casos de violaciones a los derechos humanos por los que fue concedida la extradición.

La sentencia, al conceder la extradición para casos de corrupción como de violaciones a los derechos humanos, la Corte reconoce un patrón común en dictaduras y regímenes autoritarios, que finalmente se vuelven corruptos y utilizan su poder para beneficio personal y para cometer crímenes en contra de la población.

Como se recuerda, el Perú requirió la extradición de Fujimori por 13 casos. Dentro de dichos casos, estaban la matanza de Barrios Altos, las desapariciones forzadas de “La Cantuta”, además de actos sistemáticos de corrupción cometidos en asociación directa con altos funcionarios públicos y, en particular, en coautoría con Vladimiro Montesinos, su poderoso asesor personal.

La Corte acogió la extradición en forma unánime para los casos de Barrios Altos y La Cantuta, así como para un caso de corrupción, y por votos de mayoría en los restantes cinco, lo que permitirá el juzgamiento en el Perú por siete de los trece casos por los que se solicitó la extradición. De los restantes seis casos, en los que la extradición fue denegada, cinco eran por corrupción y uno se refería a desaparición forzada de varias personas, que había sido agregado con posterioridad a la solicitud de extradición. El sábado pasado, al día siguiente de dictada la sentencia, Fujimori había sido trasladado al Perú, bajo custodia de la policía peruana.

Cristián Correa, del Centro Internacional para la Justicia Transicional, con base en Nueva York, destacó que “La sentencia de la Corte reafirma una doctrinas fundamental desarrollada por el Derecho Internacional, como es que los superiores pueden y deben asumir su responsabilidad por los crímenes cometidos bajo su control, independientemente de su participación material en los crímenes.”

Correa agregó además que “Esperamos que los tribunales de Perú realicen un juicio imparcial, con todas las garantías del debido proceso, así como con la participación de las víctimas. Dado que este juicio constituye una oportunidad histórica para la sociedad peruana para desentrañar la horrible verdad de su pasado reciente, de hacer justicia y de garantizar que los derechos humanos sean valorados y protegidos, debe cumplir con las garantías internacionalmente reconocidas de un juicio justo.”

Pero mientras la extradición de Fujimori y su próximo juicio en el Peru son signos esperanzadores y positivos de un creciente compromiso por el respeto de los derechos humanos y la justicia, este compromiso es aún frágil. El domingo, en Lima, el memorial en homenaje a las víctimas de violaciones a los derechos humanos “El Ojo que Llora”, fue atacado con pintura naranja, un color asociado a partidarios de Fujimori. El gobierno Peruano debe no sólo apoyar la existencia de un juicio justo e imparcial de su ex mandatario, sino también enviar un fuerte mensaje de que cualquier acción encaminada a obstruir la justicia en Perú no será tolerada

2.9.07

Ginzburg: "Quien piensa que la realidad es sólo lo que se toca no entiende nada"

Verdadero, falso, simulado, artificial son categorías que impactan sobre nuestra historia individual y social. Para captar los rasgos de una época hay que ser capaz de mirar sin anteojeras ni prejuicios.

Por Claudio Martyniuk
San Agustín comparó la belleza de la historia humana con una melodía. La sucesión de los siglos sería como un canto que nadie escucha en su totalidad. Siguiendo huellas, recurriendo a metáforas, empleando perspectivas que acercan lo extraño o provocan extrañamiento sobre lo familiar, el historiador Carlo Ginzburg persigue la reconstrucción de fragmentos diversos de esa música.

Mueve sus reflexiones con el ritmo justo, conjuga erudición con profundidad y da cuerpo a una nueva manera de pensar la historia. Esa mirada diferente se disfruta en el más conocido de sus libros, El queso y los gusanos (1976), en el que un pobre molinero friulano que termina quemado por la Inquisición encarna la tensión de toda una época entre la cultura popular y la oficial.

Ginzburg viajó a Buenos Aires invitado por la Carrera de Sociología de la UBA, que cumple cincuenta años de existencia. Lo hizo con el apoyo de la Fundación OSDE, CLACSO y el Ministerio de Educación. Entre carteles políticos y académicos, en la sede de Sociología, se emociona cuando se le recuerda a su madre, la escritora Natalia Ginzburg, y se apasiona en la reflexión.


Dada su manera tan original de abordar la historia, ¿qué lazos encuentra entre el arte y el conocimiento?

Creo que hay una relación compleja, y es decisivo el tema de la diferencia entre lo que es ficticio, lo que es inventado y lo que es verdadero. Es necesario distinguir esos dos planos para poder ver mejor su relación. Apasiona pensar que algo totalmente inventado pueda tener un valor cognoscitivo, no porque es inventado sino justamente por qué fue inventado. Una poesía, un cuadro nos proponen mundos imaginarios, pero nos pueden decir algo importante sobre el mundo real. Esa relación está en el centro de mi último libro - El hilo y las huellas. Verdadero, falso, simulado-. La relación entre esos tres ámbitos -verdadero, falso, simulado- no es central solamente en la reflexión de los historiadores sino que está en el centro de la vida cotidiana de todos. No se puede ignorar ninguno de esos términos ni confundirlos. Lo simulado que se presenta como verdadero es falso. Pero lo artificial que se propone como artificial es artificial, pero igualmente tiene una relación con la verdad.


Verdadero, falso, simulado... ¿dónde habita lo sagrado en el mundo contemporáneo? ¿La religión monopoliza lo sagrado?

La religión no tiene el monopolio de lo sagrado, aun cuando trate de afirmarlo. Hay una competencia por lo sagrado. Hay una tendencia, a la que me resisto, de considerar la secularización como un fenómeno concluido. El mundo en el que vivimos es el mundo desencantado, dijo Max Weber. Yo creo que las cosas no son así. La globalización es un fenómeno iniciado hace ya mucho tiempo y no concluido, que desde el comienzo significó una verdadera lucha con lo sagrado: la construcción de un mundo inmune a lo sagrado, depurado de lo sagrado; la construcción potencial de un mundo que entra en el dominio de lo sagrado y lo hace propio. La secularización está en conflicto con las religiones; de manera visible con los llamados fundamentalismos.


Usted analizó "un lapsus" de Juan Pablo II: el llamar a los judíos "nuestros hermanos mayores". ¿Hay antisemitismo en el catolicismo?

Yo creo que la postura de Wojtyla era totalmente hostil al antisemitismo. Elementos de una antigua polémica antijudía reaparecieron contra su voluntad, y eso muestra qué raíces profundas tiene. El conflicto entre cristianismo y judaísmo se encuentra en las raíces mismas del cristianismo. Es quizás imposible suprimirlo. Por eso me resisto siempre a la expresión "judeo-cristiano" que es mistificadora porque propone una continuidad que existe solamente desde el punto de vista cristiano, como enmascaramiento del conflicto. Pero el conflicto es verdadero desde ambas partes. Los conflictos no son necesariamente violentos. Hay un modo de controlar el conflicto, que es lo que se ha hecho. Y ciertamente hay elementos importantes en esa dirección. Pero me parece que el conflicto está en las raíces. Hay una competencia, pero es más que eso. A niveles diversos existe, sí, antisemitismo. En el antisemitismo existen también elementos fantasmáticos. Existe un tipo de hostilidad que como otras hostilidades se nutre de lo que existe o de lo que no existe. Por lo tanto, de la presencia física del judío o de un judío fantasmático. Porque quien piensa que la realidad está hecha sólo de lo que se toca no entiende nada de la realidad.


Usted investigó, en La historia nocturna, los demonios y embrujos del pasado. ¿El chivo expiatorio se construye en la actualidad del mismo modo?

La analogía me parece importante como instrumento de reflexión. ¿Pero, por qué esa analogía me parece a veces poco interesante? Porque creo que sirvió para deslegitimar ciertas formas de persecución política. Y pienso en Estados Unidos durante el período de McCarthy cuando Arthur Miller escribió Las brujas de Salem. Era una forma de deslegitimación, pero volver a proponerla mecánicamente es poco interesante. Se dice: existe intolerancia, existe la búsqueda del chivo expiatorio. Pero es una analogía genérica. Las analogías interesantes son las que nos hacen ver algo inesperado en un fenómeno. En este caso, todo me parece descontado. Había intolerancia entonces, hay intolerancia ahora, por lo tanto, la búsqueda del chivo expiatorio continúa. ¿Por qué "ése" y no otro chivo expiatorio? Aquí la pregunta comienza a tornarse distinta. Entonces, ya no las brujas, ¿pero quién las reemplaza? Puede ser un chivo expiatorio inexistente. Eso es interesante. Alguien puede decirme que tampoco las brujas existían. Las brujas no existían pero en parte fueron construidas. Había un correspondiente social. Entonces, cuando leo que en Japón Los protocolos de los Sabios de Sión es un libro muy leído, me pregunto ¿cómo es posible? Ahí no hay judíos. No es la búsqueda de un chivo expiatorio local. Quizá se trata de un chivo expiatorio fantasmático, a escala internacional.



En la Argentina, ante los modos de conocer y representar los crímenes de la dictadura militar, algunos intelectuales se pronunciaron críticamente por el exceso de utilización de testimonios personales. ¿El documento ofrecería bases más firmes para conocer el pasado?

Le respondo de una manera un poco indirecta. A mediados de los años 70, hubo en Bolonia un congreso sobre las fuentes orales. Participando como oyente, en un momento intervine. Miren, dije, acá se habla de fuentes orales. A doscientos metros, en el archivo estatal de Bolonia se conservan un centenar de volúmenes que son transcripciones de fuentes orales, hechas por jueces de los siglos XVI a XVIII. Procesos criminales. Ahí hay fuentes orales que fueron transcriptas. Cuando se dice que no se puede hacer la historia sólo con fuentes orales y que hacen falta documentos, hay que recordar que hay kilómetros de documentos que son transcripciones de fuentes orales. Entonces, el problema no es elegir entre fuentes orales y fuentes escritas, porque también las fuentes orales pueden dejar una huella escrita. El problema es cómo leer las distintas fuentes. Si uno leyese en forma acrítica las fuentes orales -o cualquier fuente - como un testimonio de verdad y punto, haría una lectura ingenua. El problema es siempre leer entre las líneas del documento. Pero no hay una receta preestablecida. Frente a cada documento hay que problematizar qué está diciendo esa fuente.


Eso me recuerda que usted comparó al historiador con Sherlock Holmes.

Sí, en un ensayo -Huellas. Raíces de un paradigma indiciario-, sobre el que sigo reflexionando. El año pasado hubo un congreso en Francia sobre ese texto de hace veinticinco años. Ahora salió un volumen donde hay discusiones nacidas de él, y yo escribí una especie de post-scriptum, porque fue un ensayo que orientó mi trabajo de muchas maneras. Por ejemplo, hacia el problema de la prueba. Yo ahí hablo de los indicios, pero no de las pruebas. Eso me impactó al releer el ensayo. Está el descubrimiento de la importancia de los indicios, pero no hay ninguna reflexión sobre el problema de las pruebas. Y esto pasó a ser importantísimo para mí.


¿Por qué?

Porque se produjo la aparición de una actitud escéptica, ligada al posmodernismo, para la cual la distinción entre narraciones de ficción y narraciones históricas se volvió más confusa. Las consecuencias científicas, morales y políticas de esa postura son muy serias, y por eso sentí la necesidad de intervenir, centrándome en el problema de la prueba. Y además hubo un elemento personal. Adriano Sofri, un amigo mío que era líder de un movimiento de extrema izquierda en los años 70, fue incriminado como instigador de un homicidio político y fue condenado a 22 años de prisión. Después del primer proceso escribí El juez y el historiador, donde analizo las actas de ese juicio contemporáneo. Ahí trato de demostrar que no había ninguna prueba en contra de mi amigo. Pero incluyo la reflexión dentro de un problema más general: el problema aún no zanjado de las relaciones entre juez e historiador.

Copyright Clarín, 2 / 09 / 2007

20.8.07

En memoria de Fontanarrosa


La desaparición de Roberto Fontanarrosa, joven todavía y en la plenitud de su talento, replantea el tema de la relación entre narrativa y teatro. Cantidad de espectáculos teatrales han venido sirviéndose desde hace años de sus textos, por cierto admirables: en mi opinión, él es uno de los mayores escritores argentinos contemporáneos, el Fray Mocho de nuestro tiempo. De aquel ilustre antecesor (que se llamaba, recordemos, José S. Alvarez, y fue el fundador de la revista Caras y Caretas ) tenía Fontanarrosa la aguda observación de la vida cotidiana, sobre todo en la calle, manantial inagotable de diálogos y, a menudo, también de conductas que rozan lo inverosímil. Cabe preguntarse: ¿lo inverosímil a partir de qué modelo supuestamente racional? Porque justamente lo que captó el formidable creador de Inodoro Pereyra (y su perro sabio, Mendieta) y Boogie el Aceitoso , es que una parte considerable de la vida del argentino promedio se va en fantasías grandiosas, en alardes imaginativos de un barroquismo que desafía al realismo mágico de los escritores caribeños. Tal vez porque, como lo dijo amargamente, tiempo atrás, el pensador Mario Bunge en este diario, "la mayoría de los argentinos viven vidas mediocres". El aserto se presta a la polémica, pero no puede dejar de señalarse la coincidencia de tres grandes escritores en la observación de ese rasgo nacional. También Manuel Puig y Silvina Ocampo proponen, como Fontanarrosa -cada uno con su estilo propio-, una excursión a los paraísos imaginarios que intentarían compensar las carencias de la monótona rutina cotidiana. Acaso esa rutina no sea privativa de los argentinos: basta ver las andanzas de los Simpson para advertir que el problema es universal. Los párrafos precedentes procuran plantear mejor el tema de esta nota, que podría resumirse en una pregunta: ¿por qué las narraciones y las historietas de Fontanarrosa se trasladan sin mayores tropiezos al escenario y hasta no pocas veces parecen destinadas expresamente a él? No hay una sola respuesta, y la que sigue es tan sólo una opinión personal. Ante todo, creo que el "Negro" tenía un oído privilegiado para el habla cotidiana (no me gusta eso de "habla popular"; crea una falsa dicotomía social que no existe en la realidad), captaba hasta los matices más sutiles que expresan, tal vez sin que el mismo hablante se dé cuenta, la potencia del anhelo por encima del desencanto, el ansia de felicidad que se opone a la impotencia, y el sueño de la riqueza material sin límites. Luego, sabía describir esa "otra" realidad onírica con la fuerza de la visión fantasmal, cualidad que tan sólo poseen los grandes artistas, ya se trate de escritores, pintores o actores, y que tal vez nadie ha expresado mejor que Salvador Dalí cuando en su autobiografía explica (o intenta explicar) esa suerte de operación mágica mediante la cual una imagen evocada adquiere una corporeidad diríamos que palpable.
Fontanarrosa, autodidacto, aplicaba a esa magia una vastedad de lecturas realmente asombrosa, una cultura plástica igualmente riquísima y un sentido del humor que tan sólo se define como prodigioso. Esos mismos materiales, llevados al escenario, se incorporan fácilmente a él, se encarnan sin rechinamientos: en el caso de Inodoro y Boogie, por ejemplo, el trazo dibujado se transforma en personaje de carne y hueso porque la carnalidad ya está presente en la imagen. Y la palabra fluye en escena con la misma fluidez con que lo hace en el globito correspondiente, por la simple razón de que en esa palabra hay verdad: de arte y de vida, fundidas en una sola. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con los textos de La mesa de los galanes o El mundo ha vivido equivocado . Es tan agudo el diálogo; han sido tan hábilmente seleccionadas las palabras (pura intuición, estoy seguro) y transportadas a la página sin perder la frescura original, que cada espectador reconoce ese idioma, que es el suyo, en el cual se reconoce también a sí mismo. Solamente los grandes artistas tienen el don de expresar así a su pueblo y, al hacerlo, como quería Tolstoi, expresan al mundo entero. Claro que, para lograrlo, hay que ser Tolstoi... o Fontanarrosa.
Ernesto Schoo.
(c) La Nación.

11.8.07

Ernesto Laclau contra Negri, Hardt y Zizek


Las manos en la masa


Creador de una de las teorías políticas más heterodoxas de los últimos años, apadrinado por Eric Hobsbawm, compañero de trabajo de Gino Germani y de militancia de Jorge Abelardo Ramos, Ernesto Laclau ha vuelto a poner el dedo en la llaga política. Esta vez con La razón populista, un libro provocador que devuelve al centro de la escena esa noción tan bastardeada y relegada: el populismo. El esfuerzo, de paso, lo lleva a confrontar con los tres intelectuales mimados del momento. A continuación, el mismo Laclau refuta las concepciones monolíticas del poder que proponen Antonio Negri y Michael Hardt en sus best-sellers intelectuales Imperio y Multitud y expone las “contorsiones ideológicas” de Slavoj Zizek por conciliar sus propias contradicciones.

Por José Natanson, Página/12, 2005



Ernesto Laclau es una de las grandes voces de la teoría política. Graduado en Historia en la UBA, trabajó junto a Gino Germani y José Luis Romero, y militó en la izquierda nacional de Jorge Abelardo Ramos hasta que en 1969 fue convocado por el historiador británico Eric Hobsbawm, quien apadrinó su ingreso a Oxford. Espantado con los altibajos de la democracia argentina, Laclau se quedó a vivir en Inglaterra, donde escribió libros como Emancipación y diferencia y Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Con su teoría de la hegemonía, Laclau fue creando una originalísima reflexión política, muy difícil de encuadrar, que abreva en el marxismo de Gramsci y Derrida y en el psicoanálisis de Lacan, y que subraya el aspecto discursivo de los fenómenos sociales.
En su último libro, provocativamente titulado La razón populista (Fondo de Cultura Económica), Laclau rompe con el análisis micropolítico al que últimamente se han limitado muchas investigaciones de ciencias sociales (ceñidas al pequeño fenómeno, al tema puntual, al matiz imperceptible) y se plantea un objetivo ambicioso: redefinir el populismo como parte de un enfoque, más global, sobre la discusión teórica de la izquierda. El libro, serio candidato a best-seller académico del año, concluye con una demoledora crítica a Michael Hardt y Toni Negri.
¿Por qué critica las concepciones de Imperio y Multitud? –le preguntó Radar a Laclau, que atiende amablemente el teléfono en su departamento cercano a la Universidad de Essex, donde enseña desde hace treinta años.
–Ellos sostienen que hay una realidad, “el Imperio”, que no está dividido, una especie de realidad global. Y yo pienso que la lucha entre distintos bloques de poder sigue siendo importante. En segundo término, ellos sostienen que frente a ese bloque total hay una realidad que se llama “multitud”. Plantean que hay distintos puntos de rechazo al sistema que tienden espontáneamente a unificarse en un actor social común, simplemente porque expresan el hecho de que no hay nada más natural que la oposición al poder por parte de aquel que es explotado. El momento de la articulación política está ausente.
En su libro usted se burla: habla de “la unidad como un regalo del cielo”. ¿Ellos presuponen la unidad de las luchas anticapitalistas?
–Sí. Nosotros hemos planteado que hay una proliferación de puntos de ruptura y antagonismo, pero no presuponemos un estilo manifiesto por el cual estas rupturas y estas luchas tengan que confluir en una lucha unificada. Pensamos que el momento de la articulación política, que por supuesto ya no pasa por la forma de partido en sentido clásico, sigue siendo importante. Eso lo veo en el Foro de Porto Alegre. Ahí se ve una expansión de movimientos que hablan de sus experiencias concretas en distintas partes del mundo, que son afectados por la lógica del capitalismo globalizado. Hay un intento por crear un lenguaje relativamente común que establezca los vínculos entre esos sectores.
¿La mirada de Hardt y Negri despolitiza?
–Su idea de Imperio alude a algo dominante y sin matices: es difícil ver cómo una lucha contra este tipo de agente puede llevarse a cabo. De todos modos, en su planteo hay algunos aspectos que no conviene desdeñar. Ellos han visto que el agente histórico ya no es un agente unificado y homogéneo, como era la clase obrera, sino que es múltiple. En eso estoy de acuerdo. La diferencia es que no la piensan en el marco de una posible articulación: dan por sentado que esta multiplicidad va a producir efectos por sí misma.
Zizek, el contorsionista
Pero Laclau no se limita a polemizar con los autores de Imperio: va más allá, y arremete contra el esloveno Slavoj Zizek –a su vez uno de los críticos más despiadados de Hardt y Negri–, a quien acusa de encarar todo tipo de “contorsiones inverosímiles” para compaginar diferentes teorías en un todo más o menos coherente. “Tiene una posición ambigua”, explica Laclau. “El respondió a una entrevista diciendo que el problema de los Estados Unidos es que actúan como una potencia global y no piensan como una potencia global sino en términos de sus propios intereses. La solución sería, entonces, que pensaran y actuaran como potencia global, que asumieran su rol de gendarmes mundiales. Afirmar esto, para alguien como Zizek que viene de la tradición hegeliana, significa que los Estados Unidos tendrían que ser la clase universal.”
¿Es una búsqueda de un sujeto global?
–La función que Hegel atribuía al Estado y Marx al proletariado ahora Zizek espera que la cumpla el imperialismo americano. No hay ninguna base para pensar que las cosas vayan a ser de esa manera. Y no creo que ninguna causa progresista, en ningún lugar del mundo, pueda pensar en esos términos. Por otro lado, Zizek es un ultraizquierdista vociferante en lo que se refiere a la política mundial, obviamente en contradicción con estas posiciones de universalización del proyecto americano, pero al mismo tiempo es miembro del Partido Liberal-Democrático esloveno, que hasta hace unos pocos meses estaba en el poder, y que por supuesto ni remotamente es un partido de estas características, ni siquiera socialista. Es como decía el Martín Fierro: “No hay como el peligro para despejar al mamao”.
Elogio del populismo
Antes de zambullirse en las turbulencias del debate sobre la nueva izquierda, Laclau avanza otro paso en su proyecto, la construcción de una democracia radical, a través de una reconceptualización polémica del concepto de populismo: saca al populismo de los márgenes del análisis -ese lugar de irracionalidad, emotividad y estupidez de las masas al que lo habían relegado las ciencias sociales– y lo reubica en el centro de su reflexión, como parte de un giro teórico que se conecta íntimamente con su historia personal, marcada desde chico por una especie de fascinación por los fenómenos populares. “Yo vengo de una familia yrigoyenista, donde el sentido de lo nacional y popular estaba muy presente. Arturo Jauretche, por ejemplo, era muy amigo de mi padre. Después estuve en la izquierda nacional, tuve un contacto estrecho con Abelardo Ramos, aunque luego evolucionó políticamente en una dirección que no me gustó. Después, cuando llegué a Europa, había una multiplicidad de movimientos post-mayo de 1968. Eso me llevó a pensar la concepción del populismo”, explica.
La idea, entonces, es sacudir la concepción desdeñosa y peyorativa, y proponer una nueva “racionalidad populista”, que rompa con las dos formas de racionalidad que anuncian el fin de la política: el evento revolucionario total, que al provocar la reconciliación plena de la sociedad consigo misma volvería superfluo el momento político, y la práctica gradualista, que reduce la política a la mera administración. El populismo –dice Laclau– no es un contenido específico sino una forma de pensar las identidades sociales, un modo de articular demandas dispersas; en definitiva, una manera de construir lo político.
¿Por qué eligió el titulo La razón populista para su libro? ¿Por qué no La razón popular?
–“Populismo” era un término vilipendiado y yo lo quería llevar al nivel de una racionalidad política más general. Ese es uno de los ejes del libro, que se refleja en ciertas cosas que se dicen hoy en la Argentina. Cuando el ministro de Economía desdeña por populistas a ciertas prácticas, está planteando que hay una forma administrativa de decidir respecto de estas cuestiones. No digo que esté necesariamente equivocado sino que plantea una idea de gestión de la cosa pública que no tiene nada que ver con la construcción de identidades populares más amplias.
La vieja discusión “política contra administración”.
–Sí. Esta idea de pureza de la política como administración estuvo ligada al desarrollo del neoconservadurismo. Fue la forma en que el menemismo concibió el espacio público.
Populistas siglo XXI
Continuación de una línea de investigación que lleva décadas de desarrollo, La razón populista fue publicado en Inglaterra en el 2002, cuando Hugo Chávez aún se tambaleaba en el poder –todavía no había ratificado su legitimidad en un plebiscito– y Kirchner era el gobernador semidesconocido de una provincia lejana y fría. El libro de Laclau no podía apuntar, por lo tanto, a proveer una teoría para estos nuevos liderazgos latinoamericanos, pero ciertamente funciona como tal: puede leerse como el sostén filosófico-político de un tipo de liderazgo post-Consenso de Washington, que combina apelaciones a la recuperación de la política, elementos carismáticos y un cuidado noventista de las cuentas públicas. “Los veo de una manera positiva, aunque son experiencias distintas que apelan a un tipo de construcción del pueblo distinto”, responde Laclau cuando se le pregunta por los gobiernos de Kirchner y Chávez. “En Venezuela había una masa que, antes del ingreso de Chávez, no estaba integrada al sistema, por lo que se plantea la necesidad de integrarla de algún modo. Eso se produce a través de mecanismos populistas, a través de la identificación con el líder, y después viene el momento de la construcción institucional. En la Argentina no funciona de la misma manera porque hay una sociedad civil que no estaba tan desintegrada como en Venezuela. La función de Kirchner, si va a ser un líder populista real, es construir y articular políticamente a partir de una pluralidad de fuerzas que estaban parcialmente organizadas. La forma política va a ser distinta, pero no hay dudas de que el futuro latinoamericano pasa por este tipo de proyectos.”

22.7.07

Pasa y Pasa, por Juan Gelman


Los medios más importantes de EE.UU., los demócratas, los republicanos, no ahorran elogios a los efectivos norteamericanos que combaten en Irak. Las torturas en la prisión de Abu Ghraib fueron producto de alguna “manzana podrida” que nunca falta en un cajón, como dijera la Casa Blanca cuando saltó el escándalo. La contaminación se ha extendido más de lo que pareciera: una larga investigación de los periodistas Chris Hedges, premio Pulitzer 2002 por su cobertura del terrorismo mundial, y Laila Al-Arian, colaboradora de UPI, The New York Times y otros periódicos, permite aseverar que la cifra de 600.000 civiles iraquíes muertos por los ocupantes no es exagerada.

Hedges y Al-Arian entrevistaron en los últimos meses a 50 militares, marines y marineros veteranos de la guerra de Irak, de capitán para abajo. “Decenas de ellos asistieron a la muerte de civiles iraquíes, de niños incluso, por fuego norteamericano. Algunos participaron en esas muertes... muchos dijeron que esos actos fueron perpetrados por una minoría. Sin embargo, los describieron como algo corriente y dijeron que a menudo ni siquiera son registrados y casi nunca, castigados”, señalan los dos periodistas (The Nation, número que aparecerá el 30-7-07). “Físicamente, es imposible llevar a cabo una investigación cada vez que un civil es herido o muerto porque sucede con mucha frecuencia y habría que dedicar todo el tiempo a hacerlo”, manifestó el teniente de la reserva Jonathan Morgenstein, que sirvió con los marines de agosto del 2004 a marzo del 2005. Como declara Jeff Englehart, que combatió durante un año, desde febrero del 2004, en la 3ª brigada de la 1ª división de Infantería: “Supongo que, cuando estuve allí, la actitud general era ‘un iraquí muerto es nada más que un iraquí muerto. ¿Y qué’”. Opinión que seguramente no comparten los familiares del muerto.

Estos militares carecían de entrenamiento en contrainsurgencia y las pautas del mando acerca de la necesaria distinción entre civiles y terroristas y/o insurgentes iraquíes fueron siempre borrosas. Patrick Resta, un guardia nacional de Filadelfia que combatió nueve meses desde marzo del 2004, recuerda que el jefe de pelotón les dijo: “Las Convenciones de Ginebra no existen para nada en Irak, y eso está escrito si quieren verlo”. Muchos regresan mutilados física y espiritualmente y en casa reflexionan: “Al encontrarnos con otros veteranos parece que la culpa se instala realmente, echa entonces raíces”, confiesa Englehart. El sargento Timothy John Westphal relata el allanamiento de una casa al frente de 44 efectivos, refiere el terror de sus habitantes y agrega: “Recuerdo que pensé que había aterrorizado a alguien sirviendo a la bandera estadounidense”.

“Nuestra impotencia para responder a los que nos atacaban llevó a la aplicación de tácticas que parecían simplemente destinadas a castigar a la población local”, afirma el sargento Camilo Mejía. Esa impotencia y el miedo a la muerte recorta la humanidad de las tropas. “Sentí que mi compasión por la gente se reducía enormemente. Lo único que importaba era yo mismo y los compañeros con los que estaba, y al diablo todos los demás”, confiesa el sargento Ben Flanders. “Muchos opinaban que si ellos no hablan inglés y tienen la piel más oscura, no son tan humanos como nosotros, así que podemos hacer lo que queremos”, resume el especialista Josh Middleton.

Por ejemplo: aplastar a un niño de 10 años con el camión de un convoy, ametrallar a los automóviles que pasan por los retenes sin detenerse porque están insuficientemente señalados o asesinar a civiles inermes –niños incluso– y detener a los que sobreviven a las matanzas. Los veteranos indican que se parte del presupuesto de que la mayoría de los civiles iraquíes son hostiles, pero que rara vez encuentran armas prohibidas en los allanamientos nocturnos y sorpresivos. El especialista Philip Chrystal bromeaba con eso: llamaba por radio al comando e informaba “Habla Lima 31. Sí, encontré aquí las armas de destrucción masiva”.

Los entrevistados por Hedges y Al-Arian manifiestan que la mayoría de los civiles iraquíes detenidos –se estima que son unos 60.000– son inocentes o culpables de delitos menores. “Vestían indumentaria árabe y calzaban botas de tipo militar, se los consideraba combatientes enemigos, los esposaban y a la cárcel –declara el sargento Jesús Bocanegra–. Deteníamos a cualquiera en edad militar, cualquiera de 15 a 30 años era un sospechoso.” Y el racismo: “Era muy común que los soldados estadounidenses se burlaran de los iraquíes llamándolos jinetes de camello o negros del desierto”, indica Englehart. Ese lenguaje los convierte en nadie, ya no son personas, son objetos, destacan varios veteranos. ¿Qué importan, entonces, 600.000 civiles iraquíes muertos? Son iraquíes muertos, nada más.

JUAN GELMAN

11.7.07

Hipólito Yrigoyen: espanto de tiranos y redención de pueblos


Por Diego Barovero

Hipólito Yrigoyen, caudillo popular exaltado a la presidencia de la Nación en dos oportunidades por el sufragio libre de sus conciudadanos, es el realizador de la república representativa consagrada en el artículo 1º de la Constitución Nacional. Sus enseñanzas, su prédica y su obra tienen aún en el siglo XXI una vigencia y una actualidad indiscutible.

Ha ocurrido con Yrigoyen una de las más injustificables paradojas de la historia argentina, puesto que siendo uno de los líderes de América que más tempranamente se preocupó por la defensa de la soberanía, por la realización del principio democrático y social y por la unidad latinoamericana, ha permanecido hasta hoy olvidado o relegado en su auténtica dimensión por los libros de historia y nuestra tradición política.

Quizá por esa razón los sectores del privilegio se han ocupado de atenuar o disminuir la trascendencia que el pensamiento y la acción de Yrigoyen tuvieron en el proceso de emancipación del pueblo argentino. Por que la lucha que iniciara Leandro N. Alem y que continuó y perfeccionó su sobrino Hipólito Yrigoyen entró en franca colisión con los intereses de lo que éste último denominó acertadamente "El Régimen"

Fue Yrigoyen la más acabada expresión nacional del humanismo ético que centraba su esfuerzo en la realización del hombre, inspirado en el ideal krausista que enfatizaba el sentido moral del derecho, que es el conjunto de condiciones para la realización nacional y la idea de la política como creación ética.

En ello se nutrió para dar forma y contenido a dos principios esenciales de la filosofía y la conducta yrigoyeneanas: la ética y la intransigencia. Ambas eran concebidas como medios reparadores contra la usurpación del poder, en la concepción de una democracia integral en la que se complementan e interactúan la justicia y la libertad.

Esa democracia era considerada inviable por El Régimen "falaz y descreído". Ese mismo sistema fue ideando los más imaginativos artificios para obstruir la concreción de ese ideal emancipador argentino:el fraude patriótico, la proscripción, la persecución, la dictadura, la represión.

La lección de Yrigoyen, su lucha, su conducta, su legado doctrinario desde las jornadas revolucionarias de 1890 en el Parque de Artillería hasta sus días de confinamiento en Martín García, nos demuestra que en ningún lugar del mundo se regalan las libertades y menos aún en Latinoamérica y en Argentina.

Yrigoyen encarnó un sentimiento nacional de pureza y decencia cívica, un movimiento de conciencias, de corazones y de almas dispuestos a pelear el buen combate. Para ello era menester asumir una conducta ética en la que los medios se subordinen a los fines y fueran congruentes con ellos.

En la doctrina yrigoyenista asume fundamental importancia la bandera de la plena vigencia de la Constitución Nacional, en la que el prócer sostenía que estaba condensado "todo el espíritu de la Nación, todos los anhelos de su vida múltiple y todas las promesas con las cuales ha de llenar su cometido humano"

Porque Yrigoyen tenía un sentido sustantivo del derecho y en su obra de gobierno ello se tradujo en la plena vigencia de la Constitución Nacional: respeto integral por los derechos y libertades, publicidad de los actos de gobierno, austeridad y decencia republicana, autonomía de los otros poderes del Estado, realización del auténtico federalismo, defensa de la soberanía nacional y la integridad territorial argentina y americana.

No es tarea fácil glosar la copiosa y magnífica obra de Yrigoyen, pero es justo como homenaje tener presente sus grandes líneas. Durante sus dos mandatos presidenciales constitucionales llevó adelante una política de fuerte contenido principista y con sentido de reparación social. Se crearon más de 3 mil escuelas, el analfabetismo descendió del 20% al 4%, impulsó la Reforma Universitaria procurando la democratización de los claustros y la libertad de cátedra. Fue un firme defensor del patrimonio del suelo y el subsuelo; fundó Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) y propugnó la nacionalización del petróleo.

Sentó las bases de la Marina Mercante nacional y proyectó la creación del Banco Agrícola para fomentar la protección agropecuaria nacional y el Banco de la República como órgano de regulación financiera. Impulsó las primeras leyes de previsión social. Fomentó la investigación científica mediante la creación de los institutos de la nutrición, del petróleo y del cáncer.

En el plano de las relaciones internacionales ejerció la defensa de nuestra dignidad nacional por el valor soberano que emana de la autodeterminación de los pueblos y fomentó la confraternidad americana y mundial. Al momento de su derrocamiento por el golpe militar del 6 de setiembre de 1930 el producto bruto de nuestro país era el 50% de toda América Latina.

El día de su muerte el pueblo de la ciudad (a pesar de la amenaza de cesantía para los empleados públicos, y de la doble falta para los estudiantes) se congregó en una multitud jamás vista hasta entonces (un observador francés ha señalado que constituyó una de las tres más grandes multitudes porteñas de todos los tiempos) para despedirlo y acompañarlo hasta su morada final, en el Panteón de los Caídos en la Revolución de 1890 en el cementerio de la Recoleta, que aún hoy guarda sus restos.

Por eso Yrigoyen tiene estado de permanencia en la tradición y cultura cívica argentina, porque demostró que era posible un mundo en que los hombres fueran sagrados para los hombres y los pueblos sagrados para los pueblos.


* Vicepresidente Consejo Directivo Instituto Nacional Yrigoyeneano

2.7.07

Los derechos humanos y la televisión pública

Por Roberto Gargarella *

Desde su reciente consagración electoral, el nuevo jefe de la ciudad designado ha dejado caer algunas consideraciones bastante notables, muy ilustrativas sobre el lugar fuertemente ideológico desde el que –a pesar de sus intenciones manifiestas– ha decidido hablar. Aquí quisiera ocuparme de dos de esas expresiones. La primera implicó una definición de principios, y la segunda se refirió a una propuesta concreta de política pública. Habían pasado minutos de su consagración electoral, y ante la lógica expectativa existente por conocer sus primeras reacciones en la victoria, el jefe de la ciudad electo pronunció una cuidadosa y preparada frase. Sostuvo entonces que “el siglo XX fue de los derechos humanos, el siglo XXI debe ser de las obligaciones ciudadanas”, a continuación de lo cual agregó: “No más perseguir fantasmas del pasado, no más resentimiento. ¡Queremos construir para adelante!” ¿Cómo? –hubiera querido preguntarle alguno–. ¿Querrá decir el siglo de las violaciones de los derechos humanos? ¿El siglo del nazismo, del fascismo, de las dictaduras latinoamericanas? ¿Querrá decir que éste, por tanto, seráel siglo destinado a reparar todo aquello ocurrido en las décadas anteriores? ¿Querrá decir que éste será el siglo en el que nos dedicaremos a cumplir, finalmente, con las exigencias constitucionales vigentes, para asegurarle a cada uno todo aquello que no se le aseguró hasta ahora (alimento, techo, cuidado)? ¿El siglo en el que nos pondremos manos a la obra, para acabar con las desigualdades generadas y mantenidas por la violencia en el siglo pasado? Es curioso, pero sospecho que desde el bunker del jefe de la ciudad electo, comentarios como éste se podrán ver como tendenciosos, mientras que las afirmaciones agresivamente ideológicas del líder electo serán consideradas como propuestas destinadas a “superar” la discusión ideológica.

La propuesta de política pública sobre la que quería pensar, mientras tanto, tiene que ver con la sugerencia de cerrar el canal Ciudad Abierta, con el fin de gastar menos y evitar, al mismo tiempo, que los “amigos de los que están en el poder se diviertan haciendo televisión”. Siendo ésta una de las primeras propuestas hechas por el mandatario electo, finalizado el sufragio, ella queda revestida inmediatamente –como la declaración anterior– de una significación especial. ¿Por qué elegir este tema en lugar de otros, y por qué luego decir lo dicho? La selección efectuada resulta, otra vez, menos desafortunada que irritante. En un momento en el que nos vemos acosados por una programación televisiva bruta –como suele serlo cuando su principio organizador es exclusivamente el del dinero– las declaraciones del nuevo jefe de Gobierno alarman. Ello, sobre todo, por el modo en que esas manifestaciones expresan e insisten sobre un tópico –uno no quisiera decirlo– tan de derecha. La idea es que la “intervención” del Estado –por ejemplo en materia de comunicación pública– irrumpe sobre un estado de cosas más o menos “natural” y más o menos irreprochable, que no debe ser distorsionado por un Estado que sólo puede interferir para ubicar a sus amigos en lugares de poder. Contra dicha idea, debe decirse que, dado que la televisión representa un aspecto central de la comunicación pública moderna, ella queda sujeta al escrutinio constitucional –como la apertura, o no, de nuevas escuelas públicas o privadas; como el funcionamiento de los medios de transporte; como la accesibilidad de los hospitales–. La pregunta relevante, entonces, en todas las áreas señaladas, es si el estado de cosas reinante contribuye a dejar satisfecho el “piso” de las exigencias constitucionales. Constituiría una afrenta constitucional, entonces, que el entramado de escuelas privadas existentes no permitiera, en los hechos, el acceso a la educación de los sectores más pobres; o que un sistema de transportes mayormente “privado” dejara de pasar sistemáticamente por ciertos sectores de la ciudad. La creación de nuevas escuelas, hospitales o líneas de transporte, entonces, no puede ser evaluada desde el punto de vista del “gasto,” sino desde las obligaciones constitucionales existentes. La pregunta relevante, entonces, no es “cuánto estamos gastando” sino si en los hechos están satisfechas o no las necesidades –educativas, sanitarias– de la población. De modo similar, en materia de comunicación pública, la primera pregunta debe ser si está satisfecha o no la obligación constitucional de asegurarle “voz” a cada uno, y de facilitarnos a todos un acceso a discusiones públicas sobre cuestiones de interés común. En tal sentido, la libertad de expresión tiene a la no censura como condición necesaria pero no suficiente: la libertad de expresión se ve agraviada con la censura, pero también con la ausencia sistemática de voces o de discusión pública. Si la televisión actualmente existente de ningún modo satisficiera dichas necesidades (lo cual no es lo mismo que decir que ella debe dirigirse exclusivamente a dicho objetivo), entonces ella fallaría en su responsabilidad principal –como fallaría un sistema de escuelas exclusivamente privadas, en donde no se enseñara a leer y escribir; un sistema de transporte en donde los transportistas se negaran sistemáticamente a subir a ciertos pasajeros; o un sistema de salud que dejara sin atención a los enfermos de sida–. En materia de educación, de transporte, de salud, de comunicación, la obligación del Estado es la de asegurar que queden siempre satisfechos ciertos derechos básicos para todos, y que los servicios se administren de forma no discriminatoria. Por ello, la elección de preguntas y respuestas efectuada por el nuevo jefe de Gobierno resulta tan inapropiada: en el siglo de las obligaciones, habría sido interesante verlo de inmediato preocupado por cumplir con las suyas.

* Abogado y Sociólogo. Publicado en PÁGINA/12 - 2 de Julio de 2007.

29.6.07

Foucault en Guantánamo

Por EDUARDO JORGE PRATS. (República Dominicana).


El 17 de marzo de 1976 Michel Foucault dictó una clase en el Colegio de Francia en donde definiría un concepto tan actual que la humanidad y la democracia liberal se juega su destino en su comprensión. Como siempre, el anfiteatro estaba repleto: quinientas personas –estudiantes, profesores y curiosos- que debían repartirse en trescientos asientos. Decenas de grabadores están listos en el escritorio del profesor para captar la voz fuerte de Foucault. El hombre se quita la chaqueta, aparta los grabadores para colocar sus papeles, y arranca a toda máquina. El concepto aparece delineado desde el inicio de su clase:

“Me parece que uno de los fenómenos fundamentales del siglo XIX fue y es lo que podríamos llamar la consideración de la vida por parte del poder; por decirlo de algún modo, un ejercicio del poder sobre el hombre en cuanto ser viviente, una especie de estatización de lo biológico o, al menos, cierta tendencia conducente a lo que podría denominarse la estatización de lo biológico (…) Luego de la anatomopolítica del cuerpo humano, introducida durante el siglo XVIII, vemos aparecer, a finales de éste, algo que ya no es anatomopolítica sino lo que yo llamaría una biopolítica de la especie humana”.

Paradójicamente, y como bien señala Giorgio Agamben, Foucault nunca extendió sus análisis al lugar ejemplar donde se manifestaba la moderna biopolítica en toda su intensidad: el campo de concentración. Porque es ahí, en el campo de concentración, donde es evidente que la característica fundamental del estado totalitario es, para decirlo en palabras de Kart Lowith, la “politización de la vida”.

Hoy la realidad del biopoder es evidente en los campos de Guantánamo. Allá permanecen “detenidos” cientos de seres humanos a quienes el gobierno de George Bush ha denominado “combatientes ilegales”. Con esa denominación, se quiere decir que su actividad terrorista no solo le coloca fuera de la ley –tanto fuera de los pactos de derechos humanos como de las leyes de la guerra- sino también fuera de la humanidad. Y esto es lo que explica el trato cruel e inhumano contra estos prisioneros documentado por la Cruz Roja y organismos internacionales de derechos humanos: privados de comida, agua y sueño; golpeados y amenazados con pistolas; intimidados con perros; expuestos a frío y calor constantes; torturados con música a todo volumen y luces cegadoras durante 24 horas.

¿Cómo categorizar a unos prisioneros que viven en una tierra de nadie, en el “limbo de la ilegalidad internacional” (Emma Reverer)? Aquí hay que acudir necesariamente a un concepto recuperado por Agamben en su obra “Homo Sacer: Sovereign Power and Bare Life”. Homo sacer designa, en el antiguo derecho romano, la persona que podía ser asesinada con impunidad y cuya muerte, por eso mismo, no presentaba valor alguno. Los talibanes son homo sacer, lo cual es una evidencia del racismo implícito en la guerra contra el terrorismo, pues, como bien se interroga Foucault, “¿cómo se puede hacer funcionar un biopoder y al mismo tiempo ejercer los derechos de la guerra, los derechos del asesinato y de la función de la muerte si no es pasando por el racismo?”.

Los talibanes son situados en Guantánamo para colocarlos fuera de la ley. De hecho, el propósito de Guantánamo es asegurarse que todo el proceso esté fuera de los procedimientos normales y de las garantías del debido proceso. Se trata de un estado de excepción global declarado por el ejecutivo estadounidense lo que demuestra claramente que, como bien afirmaba Carl Schmitt, “soberano es quien decide la excepción”. Pero… ¿quedará limitada la excepcionalidad del biopoder al campo de Guantánamo? Si nos fijamos como la tortura ha sido incorporada de manera natural al discurso liberal, no cabría duda que la fuerza expansiva de la excepcionalidad puede alcanzar tierra firme. Ya hay quienes favorecen legalizar la tortura, eso sí, como bien afirma el constitucionalista Alan Dershowitz, con previa autorización judicial.

Cuando un estado soberano decide defender su sociedad contra enemigos difusos como los terroristas, y ello lo hace con los instrumentos que aseguran el poder biológico y disciplinario sobre la vida, es preciso “llegar a un punto tal que la población íntegra se exponga a la muerte”, como bien nos recuerda Foucault.

La guerra a la delincuencia

Por EDUARDO JORGE PRATS. (República Dominicana)

Uno de los signos más ominosos de los nuevos tiempos que vivimos es que el Estado ha adoptado el discurso y los medios de la guerra, otrora restringidos al campo de las relaciones interestatales, al ámbito interno de las naciones. La tendencia inició en Estados Unidos cuando Richard Nixon declaró la guerra contra las drogas en los 70 y se extendió a América Latina donde ya la tendencia había asomado y alcanzó su máxima expresión con la doctrina de la seguridad nacional de los regímenes burocrático-autoritarios que prevalecieron en la región desde temprano en los 60 hasta finales de los 80.

Cuando el Estado adopta con relación a los que habitan en su territorio los medios y el discurso de la guerra, lo que prevalece es la lógica del amigo/enemigo (Schmitt). Con dos datos fundamentales que tipifican al moderno Estado policial: el enemigo es difuso porque está disperso o cambia constantemente y ello obliga a una guerra indefinida, una guerra permanente. Cuando el enemigo es el guerrillero o el terrorista, el Estado olvida las leyes de la guerra y se involucra en una guerra sucia que conduce a y habilita el terrorismo de Estado. Si el enemigo es el delincuente, se eliminan las garantías del debido proceso y se generaliza el estado de excepción. Como bien expresa Raúl Zaffaroni, “así como la guerrilla habilitaba el terrorismo de estado y el consiguiente asesinato oficial, el delito habilitaría el crimen de Estado”.

Hoy las guerras interestatales se conducen con el discurso y los instrumentos de la acción policial y esta última se desarrolla a partir de la retórica y los medios de la guerra. Si la guerra fue en tiempos de Carl von Clausewitz la política por otros medios, hoy la política es la guerra por otros medios. Y la política criminal no escapa a esta característica medular del nuevo orden emergente: los operadores del sistema penal proyectan el poder punitivo del Estado como una guerra a los delincuentes. Esta guerra tiene sus estadísticas: número de enemigos (delincuentes) muertos, soldados (policías) caídos en el cumplimiento de su deber.

El discurso de la guerra contra la delincuencia obvia, sin embargo, un dato importante: quienes mueren pertenecen a los estratos más pobres y excluidos de la población. Incluyendo a los policías, que, después de las víctimas de los delitos, es el segmento poblacional que corre mayores riesgos de vida en el sistema penal. Quizás detrás de todo haya una lógica perversa de control social: que se maten los pobres y los excluidos entre ellos.

Esta ideología de la seguridad ciudadana a la cañona es una de las mayores amenazas al estado de derecho contemporáneo. Y ello así por varias razones: porque recorta las garantías constitucionales y generaliza el estado de emergencia constitucional; porque socava la independencia judicial y convierte al juez en un ejecutor de la política criminal trazada por el ejecutivo; porque potencia los miedos y los espacios paranoicos; porque aumenta la violencia e impide la resolución alternativa de los conflictos; porque criminaliza a los excluidos y evita resarcir a las víctimas; porque devalúa la dignidad humana; porque fomenta el autoritarismo al proyectar a los críticos de los abusos del poder como representantes de los delincuentes; porque aumenta la violencia y la exclusión social; y porque obstaculiza lograr la seguridad ciudadana sin desmedro de las libertades.

Ante esta situación, ¿qué hacer? O para interrogarnos en palabras de Luigi Ferrajoli, “¿cuáles son, más allá del derecho de resistencia, los remedios para las lesiones de los derechos fundamentales producidas por la criminalidad y la impunidad de los mismos estados que deberían garantizarlos? En otras palabras, ¿qué defensas tiene el ciudadano del Estado ‘delincuente’ en el caso de que sea inefectivo frente a él el derecho penal y el derecho procesal interno?”. En teoría, el derecho internacional de los derechos humanos debería bastar para domesticar el Estado delincuente y los “macropoderes salvajes”. El verdadero problema, sin embargo, es que precisamente la globalización del estado de excepción tras 11/9/01 ha vuelto inefectivo el derecho internacional al punto de su evanescencia y, por si fuera poco, la erosión progresiva del principio de soberanía dificulta una respuesta estatal a la cuestión.

25.6.07

116 años

El 26 de junio de 1891 los radicales cumplimos años, 116 para ser exactos. "Yo no acepto el acuerdo; soy radical contra el acuerdo; soy radical intransigente", Alem en esa frase nos bautizaba.

Son 116 años de un permanente compromiso democrático y popular, en los cuales no fue ajena nuestra fuerza, no solo a la responsabilidad de gobierno sus logros y fracasos , sino también a la lucha desde el llano contra el fraude, la oligarquía, el despotismo, la arbitrariedad, el privilegio. Una historia plagada de dirigentes y próceres legendarios, forjada en el compromiso militante a lo largo y ancho de la patria.

Quizás deberíamos estar todos los radicales un poco avergonzados frente a esta imagen actual de partido, desdibujado, deshilachado y escaldado.


Ese gran dirigente platense que fue el Dr. ANSELMO MARINI dijo:

El radicalismo tiene que volver a sus fuentes, que siempre estuvieron amparadas por lo que Yrigoyen define como su idea moral. Se hizo muy fuerte la defensa de sus ideales, tuvo casi un sentido religioso. Por ello los radicales nos llamamos correligionarios, participantes de una verdadera religión, que es la religión de la ética, de la política limpia, de la política moral.

Recuerdo una frase de esos viejos militantes que abundaban en todos los comités barriales que decía: el radicalismo es ante todo un partido de buena gente. Por que en definitiva ser radical era ni más ni menos que eso, conducta.


El radicalismo, quizás aturdido, herido, golpeado, como un boxeador atontado que tira golpes al aire sin objetivo, merece otra suerte, se lo brindara la mística militante o lo que quede de ella de cada uno de nosotros. Estamos en la arena como estuvieron nuestros mayores, pero con la convicción de un legado a cumplir, el que nos marca en su testamente nuestro fundador

¡Adelante los que quedan!
¡Ah! Cuánto bien ha podido hacer este partido si no hubiesen promediado ciertas causas y ciertos factores... ¡No importa! Todavía puede hacerse mucho. Pertenece principalmente a las nuevas generaciones. Ellas le dieron origen y ellas sabrán consumar la obra. ¡Deben consumarla.

Que asi sea.

Dr. Gustavo Aramburu