22.11.07

ANSELMO MARINI - en el centenario de su nacimiento


Se cumplen cien años del nacimiento de un hombre público de sobradas y comprobadas virtudes republicanas: don Anselmo Antonio Marini.
Es sabido que Marini hizo en la política lo que los romanos definían como "cursus honorum", la carrera de los honores. Pocas veces pudo ser más completa. Inició su vida política en la Universidad Nacional de La Plata representando al claustro de estudiantes en el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Jurídicas en 1930. Le tocó ser concejal en su ciudad y presidir el radicalismo platense, compartiendo ese reducto de mentes privilegiadas que integraron Ricardo Balbín, Emir y Amílcar Mercader, Emilio Donato del Carril, ente otros. En 1949 fue diputado en la Convención Nacional Constituyente.
En 1952 integró y presidió el bloque de diputados de la UCR en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires.
En 1957 volvió a integrar la Convención Nacional Constituyente ocupando la vicepresidencia 1° del cuerpo.
Desde 1958 hasta la crisis institucional de 1962, presidió el bloque de diputados nacionales de la U.C.R. destacándose su laboriosidad y enjundia.
Desde 1963 y hasta el bochornoso golpe de1966, ocupó el sillón de Dardo Rocha como gobernador de Buenos Aires, en una gestión progresista y ejemplar.
Con la restauración de la democracia constitucional en 1983, le fue encomendada por el gobierno del presidente Alfonsin la representación diplomática argentina ante la hermana República del Perú, desempeñando su misión con la dedicación e inteligencia que había acumulado a lo largo de sus años al servicio de la Patria.
La UCR lo distinguió como presidente de la Comisión Nacional de Homenaje al centenario de su fundación (1990/1992) además de haberle correspondido ser convencional nacional en varios períodos. En 1996 fue designado Miembro de Honor del Instituto Yrigoyeneano,.
Lo acompañaron siempre en su prolongada y fructífera vida, su esposa Edith, su hija María Edith y una legión de nietos y biznietos.
Octavio R. Amadeo en sus brillantes ensayos reunidos en "Vidas Argentinas" al referirse a la vejez de una figura consular argentina dice: "le fué otorgada la vejez, que es casi un virtud. y cuando se llega a ella con salud moral y física, con utilidad social, es como una santidad...Fué un gran viejo; la vejez es una dignidad y una virtud. Producir un viejo es un éxito de la naturaleza y una victoria de la raza". Esto se puede aplicar sin dudar a la figura eminente de Anselmo Marini que alcanzó la senectud con una dignidad y un señorío reconocido y admirado por propios y extraños, sin diferencia de banderías.
En su compromiso ciudadano con los ideales que abrazó desde niño y su consecuencia de conducta sin estridencias, vivió la vida gloriosa de los seguidores sacrificados de Yrigoyen, aquel que exaltó al pueblo a los primeros planos por medio de la revolución democrática que inspiró y llevó a cabo.
El monumento pétreo que espera a Marini y el espiritual que ya tiene levantado en los corazones de sus conciudadanos ha de servir de guía espiritual de una sociedad sedienta de ejemplos morales como el de ese hombre que fue grande sin querer llegar a serlo.

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