17.2.06

Aristóbulo Del Valle

ARISTOBULO DEL VALLE
A 110 años de su fallecimiento 1896 - 2006

El 15 de marzo de 1845 nacía Aristóbulo del Valle en el pueblo bonaerense de Dolores. Era hijo del coronel y estanciero Narciso del Valle y de doña Isabel Valdivieso. Su padre pertenecía a la generación que conquistaron el desierto, extendiendo la colonización ganadera, creando estancias, abriendo caminos, levantando fortines y pueblos.
Tras la muerte de su padre, la familia del Valle se traslada a Buenos Aires, donde Aristóbulo cursa sus estudios secundarios. Luego ingresa a la Universidad para estudiar derecho. Mientras realiza su carrera estalla la guerra con el Paraguay, y el joven universitario se enrola en el ejército. De regreso a Buenos Aires termina su doctorado con una tesis sobre La Intervención del Gobierno Federal en los Territorios de los Estados. Desde entonces se revelará como un constitucionalista de profundo sentido republicano, nacional y democrático. Pero por sobre todo, la figura de del Valle, agudo polemista, publicista de nota, se destacará, antes que como jurista, por ser un hombre político, apasionado por los problemas nacionales y por la defensa del patrimonio económico nacional, en una época crítica de nuestra historia.

Las dos líneas

Del Valle se incorporó a los 21 años -aún era estudiante- a las filas del autonomismo bonaerense, cuando ya se perfilaban en su seno dos tendencias antagónicas. Su voz fue representativa del grupo de productores nacionales en tiempos de crisis, cuando éstos, acosados por la desestabilización económica y productiva del país, aspiraba a una mayor independencia frente al capital extranjero. Este núcleo primitivamente rodeó al llamado Club 25 de Mayo, del cual del Valle fue su vicepresidente y firmó su manifiesto liminal. Sus miembros representaban a sectores de la burguesía terrateniente no ligada a la actividad importadora, y a la pequeña burguesía. El otro sector autonomista -expresión de los grandes terratenientes y de la burguesía mercantil, fundaron Club Libertad, iniciándose una pugna que en el 90 los enfrentaría con dureza. A ambos grupos les unía la oposición a la federalización de Buenos Aires, pero por su distinta composición social e ideología, frente a las elecciones a diputados provinciales a realizarse el 18 de abril de 1870, levantaron sus propios programas y listas de candidatos. El Club 25 de Mayo puso el acento en la verdad del sufragio y en la autonomía de los municipios; se pronunció por la abolición del servicio de frontera y contra el acaparamiento de las tierras públicas, y, según la crónica de la época, sus oradores llegaron a pedir que éstas se pusieran al alcance de la gente humilde. Integraban la lista, junto a del Valle, Leandro N. Alem, Dardo Rocha, Carlos Pellegrini y Roque Sáenz Peña. En esas elecciones, aunque del Valle obtuvo el mismo número de votos que Dardo Rocha, no fue electo. Pero al año siguiente -el 24 de abril de 1871-, se realizaron elecciones para elegir a los integrantes de la Convención Revisora de la Constitución Provincial, y esa vez del Valle resultó elegido. Su accionar político e intelectual no le hace perder de vista los problemas acuciantes del momento, prestando ayuda a los afectados por la fiebre amarilla. Mientras algunos políticos tomaban distancia del drama que diezmaba las familias porteñas, del Valle dedicó esos infaustos días a luchar contra el flagelo. Contrajo finalmente la enfermedad, pero logró salvarse.

Defensor de los servicios públicos nacionales

El 31 de marzo de 1872 se efectuaron elecciones en Buenos Aires para renovar la Cámara de Diputados. Muchos de los que en 1870 habían integrado el Club 25 de mayo, formaron el Club Electoral, que agrupó en general a la juventud del autonomismo. El 10 de abril se hizo el escrutinio y entre los electos figuraron del Valle, Alem, Pellegrini y Rocha. En una de las sesiones del mes de junio, del Valle apoyó a Alem, quien propuso la votación en contra de la venta del Ferrocarril del Oeste, levantando ya la bandera de la resistencia a todo intento de entrega de los servicios públicos a consorcios internacionales privados. Esta línea política del Valle la continuaría a lo largo de su vida pública. Años después, cuando se discutió en el Senado de la Nación el tema de la enajenación de las obras sanitarias de la ciudad de Buenos Aires, del Valle consideró que luego de haberse iniciado las obras -quince años atrás- no existía razones para transferirlas al capital privado extranjero por el término de 45 años. Con sólo invertir 100 millones, opinaba del Valle, podrían obtenerse ganancias que llegarían a los 226.430.000 pesos oro. El ministro Eduardo Wilde opinó entonces que todo era preferible a la administración estatal. Al contestarle a del Valle dijo: 'es necesario defenderse contra la tendencia socialista que va penetrando en el Estado, aún en el imperio de los gobiernos más liberales'.

La respuesta de del Valle fue contundente, señalando la contradicción de Wilde, cuando él mismo había sostenido siendo ministro de Instrucción Pública, la intervención estatal en materia de educación. Pero los argumentos se estrellaron contra el silencio y la unanimidad mayoritaria del oficialismo, imponiéndose el criterio de Wilde.

El noventa

Los círculos más lucidos de los intelectuales nacionales, a través de Sarmiento, D'Amico y del Valle esbozaron algunos planteos nacionalistas sobre la crisis y empobrecimiento de los productores argentinos, en beneficio de los prestamistas extranjeros y sus comisionista nativos. En los días del juarismo, la situación se haría insostenible, sobreviniendo de Revolución del 90. La revolución del Parque fue contradictoria, como que en las filas insurrecciónales estaban representados sectores antagónicos. Entre los 'orilleros' (Alem, Del Valle, Francisco Barroetaveña), se definió una línea que, retomando el hilo de las denuncias que Sarmiento formulara desde El Censor, comenzó a defender a los productores nacionales. Entre esos 'orilleros', nacería la Unión Cívica Radical. Del Valle, vocero de esta posición, expresaba en La Epoca, el 28 de enero de 1891: 'Se tira el tesoro por la ventana para satisfacer la codicia de los empresarios sórdidos que viene a abusar de su influencia para enriquecerse en un día. Un país nuevo que llama así a los capitales extranjeros y prodiga la tierra pública sin discernimiento está amenazado de un serio y gravísimo peligro. ¿ Nuestro comercio? Ahí lo tenemos. Depende completamente del mercado de Londres. Pero al fin, son necesidades del movimiento económico del mundo. Pero hay una cosa que no se puede entregar jamás: la llave de la política, porque la política es la soberanía. Y sin embargo, en este momento, sentimos esa exigencia bochornosa: el Congreso de la Nación Argentina no podrá legislar sobre su moneda en tal o cual forma durante tal o cual período si se quiere que garanta un préstamo. Es decir, la amenaza de entregar la llave de nuestra política'.

Una conducta al servicio de la Nación

En 1893 las dificultades asolaban al presidente Luis Sáenz Peña, quien llama a del Valle a salvar al gobierno. Este acepta y se hace cargo del Ministerio de Guerra y Marina. Una de sus primeras medidas es ofrecer todos los ministerios de la UCR. Pero tanto Alem como Hipólito Yrigoyen no aceptan. Arbitro del gobierno, intenta hacer desde arriba la revolución democrática que había fracasado tres años antes. Para ello cuenta con la adhesión del gabinete y el apoyo del pueblo. Pero el parlamento se le opone. Los radicales incitaron a del Valle a dar un golpe de Estado para democratizar el país: pero éste se opuso: 'No doy el golpe de Estado porque soy un hombre de Estado'. Y a continuación afirma: 'No debo sentar el precedente de un ministro de Guerra alzándose con las fuerzas armadas de la Nación. Me voy...' y renuncia. Aristóbulo del Valle daba así una nueva lección cívica. Luchó y vivió de acuerdo a sus ideas, y su figura, con el paso de los años se agiganta, por su conducta insobornable en pro de los intereses económicos nacionales. Sus últimos años los vivió dedicado al fortalecimiento de la Unión Cívica Radical como instrumento democrático de oposición al régimen conservador y procurando consensos con otros sectores democráticos y populares. En esos momentos su nombre se mencionaba para la renovación presidencial de 1898 como bandera de unión de radicales y mitristas para enfrentar la muy probable reelección de Roca. La muerte prematura lo sorprendió antes. Murió el 29 de enero de 1896.

Diego Barovero
Secretario General
Instituo Nacional Yrigoyeneano

2 comentarios:

Dario Villegas dijo...

Señor Barovero, me encanto su semblanza sobre A. del Valle,disculpeme, mi nombre es Dario Villegas y soy productor de "1871-Argentina Bicentenario",y actualmente, nos encontramos abocados en la pre-producciòn del filme èpico sobre la verdadera historia de la fiebre amarilla, que como usted bièn describio el señor Aristòbulo del Valle, fue uno de sus abnegados protagonistas,lo invito cordialmente a que visite mi Blogs y entremos en contacto, atentamente, Dario. 1871argentinabicentenario.blogspot.com

Dario Villegas dijo...

Muchas gracias por su comentario, Dario.