28.8.06

EL ABOGADO ALBERDIANO


Por Matías Bailone *


Cada 29 de Agosto se celebra el Día del Abogado por haber nacido en esta fecha el gran Juan Bautista Alberdi, que nunca ejerció la profesión dentro del país, pero que diseñó institucionalmente la República consagrada en 1853.

El abogado era en la concepción alberdiana un ser comprometido con el devenir político de su país. Quien elegía el camino de la leyes, no sólo era un humanista en el sentido más pleno de la palabra, sino un defensor del ser humano frente a la maquinaria estatal, y un legatario del porvenir de la Patria.

Los caminos de la República serían transitados por los abogados en sus múltiples funciones de auxiliares de la justicia, de depositarios de la confianza pública, de hermeneutas de la Carta Magna, a lo largo de la vida de nuestro país. Y podemos decir, con poco margen de error, que la profesión de abogado en la Argentina, tiene tantos años como la República misma. Efectivamente, desde 1853 se instaura el Estado liberal de Derecho, y allí nace la sana y noble vocación de custodios de los textos sagrados, y del Imperio del Derecho. El abogado deber erigir en un altar cívico al Estado de Derecho, y enseñar con su conducta esta devoción a la legalidad, por aquello que habían entendido muy bien nuestros padres fundadores, los constituyentes de 1853: “los hombres se dignifican postrándose ante la ley para no tener que arrodillarse ante los tiranos.”

La profesión de abogado tiene mucho de sacralidad. Sacralidad de contenido, más que ornamental. Francesco Carnelutti contaba que los romanos denominaban la actividad del abogado en el proceso con el verbo ‘postular’, es decir: pedir aquello que hay derecho a tener. De allí la sacralidad inherente a la profesión, que lleva a Carnelutti a comparar al abogado con el Cireneo, que ayudó a Cristo a llevar la cruz camino del Calvario.

Juan Bautista Alberdi fue ante todo un alma renacentista que podía cultivar con la misma eficiencia la música de cámara como armar la arquitectura jurídica de una República sureña. Alberdi dejó a los hombres de toga una enseñanza perenne: que aún a costa de sufrir en carne propia las persecuciones y el destierro hay que defender a ultranza el Estado de Derecho, las instituciones republicanas, y la vigencia irrestricta de nuestra Constitución Nacional.


*Presidente del Ateneo de Ciencias Penales y Criminológicas de Cuyo.
www.matiasbailone.com.ar

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