AMADEO SABATTINI (1892-1960) : Líder carismático -el mayor que tuvo Córdoba en el siglo XX-, Amadeo Sabattini simbolizó el contraste entre la nación autoritaria y la 'isla democrática'. Esa percepción arrancó del tiempo en que, a despecho de los acontecimientos nacionales, gobernó la provincia de Córdoba (1936-1940) en democracia, respetando las libertades públicas y promoviendo reformas progresistas en lo económico y en lo cultural. Sabattini, radical de cuño yrigoyenista, fue partidario de la redistribución de la propiedad agraria frente a los terratenientes y de la enseñanza laica frente al clero, y apostó a un Estado fuerte pero no grande y a una ética rigurosa en el ejercicio de la función pública.
"Después de Hipólito Yrigoyen la bandera radical estuvo custodiada por él -Amadeo Sabattini-. Su vida fue un ejemplo de conducta, incomparable en la historia política de la República. Su mística lo hizo señor del renunciamiento en aras de la grandeza moral de la ciudadanía" (Arturo Illia).
"Hemos perdido un auténtico ciudadano de la patria. Supo servirla con su espíritu y decisión, es decir con honestidad, decencia y desinterés. Difícil será llenar su lugar en la lucha que debemos afrontar en pro del país, pero su ejemplo ha de impulsarnos para lograr la meta por la que tanto bregó" (Ricardo Balbín).
Córdoba es una provincia cuyo espacio político ha estado marcado por una tensión constante entre la tradición y la modernidad. Es el territorio de la Reforma Universitaria del 18, que produjo un núcleo de intelectuales en los sesenta cuya influencia aún subsiste, la del sindicalismo democrático y combativo de los setenta.
RAUL ALFONSÍN
Con el golpe del 30 el país comienza una larga y lenta decadencia que lo marcará por más de cincuenta años. En la misma época, Córdoba se transforma en una suerte de isla democrática. El Sabattinismo, bajo la dirección de don Amadeo, gobernará la provincia desde 1936 a 1943 y lo hará con una profunda transparencia administrativa, impulsando reformas fiscales y crediticias dirigidas a los sectores populares.
Grandeza es una palabra impresionante que con frecuencia se encuentra en el lenguaje de los argentinos, sobre todo cuando se busca justificar lo que es difícil de explicar en los hechos: ¿Qué era la grandeza para Sabattini? Era la modernizacjón, pero modernización que tenía como destinatarios al hombre y a la mujer concretos. Modernización basada en la equidad y la libertad. Modernización, independencia, honestidad, transparencia, equidad y libertad. Ese era el credo de Amadeo Sabattini y el único camino para construir una identidad nacional.
Le tocó vivir en una época donde estaba ausente un sistema político legítimo en el país. Donde la sociedad no tenía un consenso básico sobre las reglas de juego político y se había acostumbrado a las políticas de opresión, las proscripciones, los planteos militares, la inestabilidad.
Seis años después de su muerte, el golpe de 1966 abre la puerta para que los argentinos entremos en los años ciegos. Ese golpe militar expresaba la vitalidad de la Argentina corporativa, contradictoria con la precaria Argentina Republicana por la que luchaba Sabattini. Por ese entonces, el rostro de la Argentina corporativa se manifestaba sin arrugas. Sabattini fue uno de los pocos que tuvo cabal comprensión del alto costo que se pagaría por priorizar una alianza de intereses que hipotecaba el futuro de las generaciones argentinas".
"Vieja casona de la calle Mariano Moreno, en Villa María. Techos altos, corredores y paredes que exhiben manchones de humedad. Piso de madera, ya envejecidos por el tiempo. Antiguos muebles, sencillos y humildes; cama de hierro en la que murió un día, un patriota ilustre con una mano sobre el corazón, tal como había vivido. Testifican el amor familiar las paredes, de las que penden varios retratos de hijos y nietos. Otro de Yrigoyen, como testimonio de leal adhesión a una conducta ya un ideario excelso.
Vivió allí durante más de cuarenta años el hombre que mantuvo el control político de una importante provincia durante tantos años. Personalidad ilustre, consular, realizadora y noble, de la política nacional, pilar relevante y abanderado que -como lo afirmó Ricardo Balbín- creyó en el concepto moral de la política y dejó el ejemplo de su vida y una conducta insobomable.
Vieja casona de aislamiento y, muchas veces, de mutismo. Un dejo de leyenda colmó su presencia en la tranquila villa, centro de la geografía argentina, donde se levanta la vetusta 'cueva' del 'nuevo peludo'.
En el ocaso cordobés, cuando el hábito fresco y suave colmaba la villa, una relevante personalidad caudillesca, con un dejo de excentricidad y de misterio, abandonaba la humilde casa para caminar en la acera, con su delantal blanco y su boina vasca negra echada un poco para atrás. Delantal de médico y de maestro. Maestro del pueblo. La cabeza levantada y el paso lento y corto. El sueño hacia arriba, el andar adelante y el corazón en la República.
Se llamó Amadeo Sabattini. Ministro de gobierno, gobernador ejemplar; hombre austero y consecuente con las ideales que motivaron su soldadesca republicana y democrática. Constructor e innovador en las costumbres políticas, uno de los primeros políticos argentinos en sostener contenidos ideológicos, sociales y económicos con su fórmula de 'pan y libertad', de los que hoy se nutre la democracia social sustentada por el radicalismo. Conciliador que propugnó una unión cívica, unión de los radicales, como basamento fundamental para las grandes construcciones argentinas. Dijo un día: 'Yo soy la vieja que arregla el baile. Lo que quiero es arreglar a los radicales. Una vez que las parejas se pongan de acuerdo, bailarán mejor'.
Vieja casa de la calle Moreno. Un caudillo camina en la acera. Lo hace muchas veces. Algunas, el paseo culmina sentándose el ídolo popular en el frontis de la 'cueva'. Así lo encontró un día un hombre del sur de la Provincia de Buenos Aires, a quien invitó a pasar de inmediato. El techo alto, la pared abandonada, los pisos de madera, el retrato de don Hipólito, la cama de hierro donde, un día, se le encontró muerto con una mano en el corazón y otra sobre la nuca como pensando y sintiendo el país, sus angustias, su porvenir incierto.
Villa María se vistió de negro. También el país y el pueblo, presentes en la desgracia. Las casas de familia tuvieron sus crespones. También la democracia. El pueblo tomó el féretro. Un silencio sin medida fue interrumpido por un toque de atención del trompa de la banda. La bandera nacional, puesta a media asta en todos los edificios del Ejército, la Armada y la Aeronáutica Perdió la Nación a un patriota esclarecido, pero ganó la enseñanza y la obra de una conducta recta y proba."Fragmento de un discurso pronunciado por el Dr. Eduardo Giorlandini.
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