Entrevistado por POLITICOS ARGENTINOS.COM, RICARDO ALFONSIN, destacó que es necesario latinoamericanizar la política. Además propone recuperar a la UCR como herramienta al servicio de la sociedad. Por otra parte remarca que hay un ataque constante a la actividad política y que es necesario el acompañamiento de la sociedad para realizar las reformas que generen el bienestar general. | |
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Por Marcos Zapata |
¿Qué opinión le merece el Gobierno de Felipe Solá?
Tenemos un juicio negativo de todas las gestiones justicialistas desde 1987 a la fecha. No solamente no se han resuelto los problemas, si no que se han agravado. La provincia tiene una deuda de 28.000 millones de pesos, un sistema educativo que es un desastre por adherir a la Ley Federal de Educación, un desempleo que bate records, y hay graves problemas en salud y seguridad.
Ha llegado el momento de que la sociedad se de una oportunidad a sí misma colocando en la Legislatura la mayor cantidad de hombres y mujeres del radicalismo. Si se adhiere a concepciones progresistas y serias de la política, la oposición debe comportarse de manera seria, colaborando cuando corresponda y oponiéndose generando propuestas alternativas.
El radicalismo tiene muchas intendencias en el interior de Buenos Aires, pero pareciera que es imposible ganar en el conurbano bonaerense ¿Cómo se le gana al justicialismo en la provincia?
En ese sentido estamos en una etapa pre alfonsinista. Existió hasta 1983, una suerte de complejo de inferioridad en el radicalismo. Pensábamos que al justicialismo no se le podía ganar. Sin embargo en 1983 y 1985 demostramos que esto no era así. Desde 1987 ingresamos en una espiral deflacionaria en términos electorales. Esto provocó que vuelva a aparecer este complejo de inferioridad con relación al justicialismo.
El problema serio lo tenemos en el conurbano. Creo que se le pueda ganar al justicialismo. No es un obstáculo insalvable el uso repudiable y clientelista que que hacen del aparato estatal en los municipios del conurbano. Caso contrario no se explicarían los triunfos de Sabatella en Morón, de Ivoskus en San Martín y hace unos años de Laborde en Avellaneda, por ejemplo. Creo que lo que tenemos que hacer es terminar de pelearnos entre nosotros. Recuperar vocación de poder, demostrar a la sociedad que conocemos los problemas de los distritos, que hacemos los diagnósticos más acertados y formulamos las mejores propuestas. Que estamos en condiciones de gestionar con criterios progresistas y de manera eficiente.
Pero para ganar elecciones hay que colocar al frente de la Unión Cívica Radical, los hombres más representativos y que más prestigio posean en la comunidad. Esto a veces no coincide con las necesidades de la interna. En muchas oportunidades quienes hacen ganar internas, son aquellos que luego son responsables de perder la general. Debemos empezar a trabajar para que la gente que se comprometa en una interna sean aquellos que en una elección general sean respetados y reconocidos por la sociedad. Estoy seguro que podremos revertir los guarismos electorales y llegar a duplicar, triplicar o cuadriplicar los votos obtenidos en el conurbano. Así se podría promediar un 20% de sufragios en la provincia, por lo que quedaríamos en buenas condiciones para el 2007.
¿Cómo lograr ese objetivo con las divisiones que tiene el radicalismo provincial en estos momentos?
Internas no es un sinónimo de división. La elección interna es el último acto de un proceso de discusión sobre los métodos y propuestas para llevar a cabo en cada uno de los distritos o a nivel provincial. La unidad se logra a través de la disciplina partidaria, de la lealtad, a través de comportamientos serios. Como decía Ricardo Balbín "El que gana gobierna y el que pierde acompaña".
Estamos en una situación límite dentro del partido. Hay miembros del grupo Olavarría que proponen dejar sin candidatos a la Unión Cívica Radical. Esto sí es muy grave para el partido, no obstante estamos esperanzados en hacer comprender que es necesario fortalecer y vigorizar al partido para colocarlo como actor gravitante en el escenario político nacional y provincial.
¿Cómo se los convence? Algunos apoyan a Solá en su pelea con Duhalde y agregan que Storani y Moreau son socios del duhaldismo en la provincia.
No creo en esa sociedad y se lo digo como opositor a Storani y Moreau. Esa sociedad es un invento destinado a desacreditar al partido y hacerlo perder su perfil opositor. No obstante durante la década del noventa la pérdida de vocación de poder del radicalismo resulto funcional al justicialismo.
Pero no creo en ninguna sociedad de tipo espurio entre estos dirigentes y la estructura duhaldista de la provincia de Buenos Aires. Sí es cierto, que algunos miembros del Grupo Olavarría se han involucrado en la interna del justicialismo. Primero aparecían como satélites de López Murphy, ahora aparecen como satélites del peronismo, y pareciera que están más preocupados por la suerte que correrán en sus distritos que por la suerte del los habitantes de la provincia en general. Para cambiar estas posiciones se requiere diálogo, confrontación de ideas, argumentos, para que todos sepan que es lo que cada uno propone sinceramente y detrás de qué proyecto está.
Hay una falta de dirigentes de renombre, como en su momento lo fueron Balbín, Larralde, Lebenshon y el propio Alfonsín, que eran escuchados y respetados ¿Cuánto influye esto en las divisiones internas del radicalismo?
Hay una crisis de liderazgo y no hay dirigentes que interpreten y contengan a toda la Unión Cívica Radical. Hay que hacer un mayor esfuerzo para generar las condiciones que permitan el surgimiento de nueva dirigencia capaz de conducir este proceso crítico.
¿Cree que hubo algún trabajo previo para desacreditar a los partidos tradicionales?
Desde 1930 nosotros venimos escuchando un discurso antipolítico y los partidos políticos son instituciones fundamentales de la política. Todavía existen en la sociedad algunos espacios con una cultura antidemocrática y antipolítica.
Hay otros fenómenos que agravan la situación, como la globalización, el fin de la Guerra Fría y la revolución mediática. Todas estas circunstancias han operado debilitando la política de los estados nacionales. Ello deteriora la capacidad de acción de la política y se desprestigian sus instituciones. También hay campañas deliberadas de la derecha para desacreditar a los partidos populares. Pretenden restarles capacidad de influencia sobre la sociedad.
Durante la interpelación al Jefe de Gobierno porteño por la tragedia de Cromagnon, una madre increpó a Ibarra planteando que lo que pasó le hubiera sucedido a cualquiera, que él era una circunstancia y que la culpa la tenía la política por corrupta ¿Cómo se tiene que trabajar desde los partidos políticos, para que la sociedad vuelva a creer en ellos?
Esa es una generalización injusta, poco racional, que se puede comprender en ese caso por sufrir un dolor tan grande.
Hay que hacerle comprender a la sociedad que si la mala política resulta nociva, es más nocivo la ausencia de la política, la falta de partidos políticos, de sindicatos, la prohibición del debate y la deliberación pública, el ataque a las libertades democráticas.
Todo ello sin perjuicio de reconocer que es necesario introducir cambios sustanciales en las formas de hacer política. Hoy la política, como actividad de los sectores populares para organizar la sociedad, está en crisis: no está en condiciones de responder a las necesidades de la sociedad, como consecuencia de los fenómenos a los que aludía antes.( globalización, fin de la Guerra Fría, etc.)
Lo que deberíamos es definir una nueva manera de hacer política, que tenga en cuenta estos cambios importantes que se han producido en el mundo. Creo que dos estrategias fundamentales para recuperar el poder que nos ha expropiado el mundo de las megacorporaciones económicas y financieras, tienen que ver con la unidad nacional y con la unidad supranacional, con acuerdos entre países, que permitan definir estrategias supranacionales comunes para pulsear con los otros países poderosos de la tierra, desde una relación de fuerza diferente.
El MERCOSUR es el camino, hay que ampliarlo si queremos recuperar la capacidad de la política para organizar a la sociedad. Tal vez el camino sea latinoamericanizar los Estados, modificar sustancialmente y en forma rápida las actuales situaciones nacionales desde un país, me parece bastante difícil.
¿Cómo ve el gobierno de Kirchner?
A un año y medio de gestión, la sensación es ambivalente. Por un lado, aprobamos algunas políticas aplicadas en relación a la Corte Suprema, a los derechos humanos, a las relaciones internacionales, la afirmación del MERCOSUR y la independencia discursiva con relación a los Estados Unidos en el caso de Irak. Aprobamos la firmeza que se tiene frente a las empresas que fueron concesionadas en la década del noventa.
Pero también es cierto que podemos criticar la despreocupación por parte del gobierno en la Educación. Podemos criticar la política en materia de seguridad. También podemos criticar el hecho de que no se modifica un sistema impositivo tributario que es uno de los más regresivos de la tierra, ni tampoco está en debate la distribución de la riqueza: hoy en día los trabajadores se llevan menos dinero de la torta salarial que en el 2001.
Se comienzan a escuchar voces de protesta, como la de Víctor De Genaro ¿Siente que el Presidente tiene un doble discurso?
No me atrevería a decir eso. Prefiero pensar que a veces la realidad, los condicionamientos, las limitaciones lo obligan a actuar de manera diferente a la que desde el discurso uno podría suponer.
En este gobierno hay dirigentes que han sido parte del menemismo, además el justicialismo, también ha causado grandes males al país ¿Por qué la sociedad no castiga tanto al justicialismo, como al radicalismo?
El radicalismo es como las minorías raciales, no basta que sea bueno sino que tiene que ser algo más que bueno todavía. La sociedad al justicialismo le tolera más cosas. No me molesta que se tolere poco al radicalismo, pero me preocupa que no sea igualmente duro con el justicialismo, pero no por el radicalismo, sino por el país. Tal vez la sociedad del radicalismo espera más, entonces se lo perdona menos.
¿No teme que las elecciones de octubre den un triunfo al oficialismo y lo catapulten como partido único en Argentina, al estilo del PRI mexicano?
Se puede dar una relación hegemónica más, que perjudicaría a la propia sociedad. Por ello creo que los argentinos actuarán con la inteligencia necesaria para evitar situaciones de esa naturaleza.
Nos decían hace poco, que la diferencia entre el peronismo y la centroizquierda, es que el peronismo no busca legitimarse ante la sociedad por cada hecho que ocurre y la centroizquierda sí ¿Usted cree que Ibarra está buscando legitimarse ante la ciudadanía, después de la tragedia de Cromagnon?
Es indudable que es lo que busca. La situación de Ibarra es sumamente compleja. La primer reflexión, es que durante la década del noventa se destruyó al Estado, y su función de control está sumamente deteriorada.
La convocatoria que hizo Ibarra no es necesaria porque salvo algún sector de la oposición, como el macrismo que reaccionó de formar similar a la de Aznar después de Atocha, nadie trata de obtener un rédito político del episodio. Nadie pretende que Ibarra abandone el Gobierno. Lo que queremos es que se investigue en la Justicia, qué ha pasado, quiénes son los responsables y se llegue hasta las últimas consecuencias.
Si Ibarra sentía que estaba en juego su legitimidad podría haber convocado a un plebiscito no vinculante. Afirmando que si resultaba negativa la consulta, renunciaría.
¿No es llamativo que un gobierno de centroizquierda y cuyo discurso se acentúa en el papel fundamental del Estado, no tenga un Estado preparado para estas tragedias?
La diferencia entre la izquierda y la derecha como consecuencia de la globalización económica se relativiza en los límites de los estados nacionales. El margen de maniobra que queda es muy estrecho. Las izquierdas deben luchar para apoderarse del Estado Nacional en el marco de una estrategia más ambiciosa que tiene que ver con la posibilidad de influir en el orden internacional.
¿Termina siendo funcional a la derecha?
No lo sé. Pero a veces quienes desde posiciones progresistas, luchamos por el Estado Nacional, sin comprender el fenómeno de la globalización, de la revolución conservadora, el fin de la Guerra Fría, las megacorporaciones transnacionales, etc, no advertimos la verdadera naturaleza de la crisis de la política como actividad de la sociedad encaminada a autorganizarse de manera democrática. La experiencia de la impotencia de la política es mas visible en los niveles nacionales del Estado.
¿Hay cierto paralelismo entre Ibarra y Kirchner con lo que acaba de pasar en Ezeiza? Al desaparecer el Estado y entrar las empresas privadas pasan estas cosas. Obviamente no es lo mismo 193 muertos que 60 kilos de cocaína.
Pudieron haber sido explosivos. Estas son las consecuencias de las políticas de hostilidad y prejuicios contra el Estado. Durante la década pasada se desguasó al Estado. Sus funciones de control también fueron afectadas. Se arrojó al bebé junto con el agua sucia. Como decía alguien, en realidad, arrojamos al bebé y nos quedamos con el agua sucia.
¿Usted además de la globalización, cree que haya una decisión politica o una falta de capacidad para gobernar que hacen que sucedan hechos como el de Cromagnon o el de Ezeiza?
Falla la gestión sin ninguna duda. Cómo puede ser que la causa por el narcotráfico de cocaína esté abierta desde septiembre y recién en febrero la superioridad toma conciencia del problema. Allí falló toda la conducción de la Fuerza Aérea y la línea política del gobierno.
Ante estos hechos ¿hay una creencia en los dirigentes políticos que gobernar es llegar y listo?
Los dirigentes son conscientes de los problemas que tienen que enfrentar, pero no se hace pública la crisis de la política. Existe una crisis de potencia para ordenar a la sociedad de manera democrática. Ignacio Ramonet relata la vida de un tirano magnífico, que vivía en su palacio dando órdenes permanentemente. Un día descubre que sus órdenes nadie las obedece, se han transformado en ruidos sin sentido. Comprende entonces, que el poder lo abandonó. A veces nos pasa eso, nos embarcamos en campañas electorales, nos enfrentamos en duras campañas electorales. Y cuando llegamos al gobierno, después de ganar las elecciones, comprobamos que el poder ya no está allí, o ya no está en la medida que suponíamos.
La gran deuda de la política tiene que ver, además de la corrupción y las prácticas clientelistas, con la impotencia y la incapacidad para transformar a la sociedad. No ha sabido la política definir una estrategia para recuperar la capacidad de maniobra y transformación en forma sustancial. La estrategia a seguir tiene dos puntos importantes para mí. Primero hay que lograr la unidad nacional. Grandes acuerdos entre los partidos que piensan igual, no enfrentarse y confrontar entre ellos de manera irracional. Y segundo, un progreso o avance en la construcción de procesos de integración supranacional.
Siendo Diputado Nacional ¿cómo trabar acuerdos con líderes como Elisa Carrió, que se fue del radicalismo y habla mal de él o con Claudio Lozano, reconocido economista de la CTA, pero que rehuye a los radicales? Los tres quieren representar al mismo sector ideológico.
Primero debe sincerarse ideológicamente cada partido. La Unión Cívica Radical, debe aparecer claramente ante la sociedad como un partido de centroizquierda, vinculado a los intereses populares, que lucha por el bienestar social y por la defensa de las libertades y la igualdad. Cada uno de los partidos debe sincerarse en este sentido. Deben quedar claro los intereses que quieren representar y cuál es la idea acerca de la sociedad por la que se quiere luchar. Una vez hecha esta tarea en el seno de cada partido - admitiendo previamente el déficit o la crisis de potencia por la que atraviesa la política - creo que podemos comenzar a conversar.
No hablo de eliminar identidades. Pero es necesario que dialoguen quienes piensan parecido y debemos lograr consensos en torno a valores básicos y esenciales.
Porque la competencia entre quienes queremos representar los mismos intereses, produce irresponsabilidad en la competencia y genera inflación de demandas y propuestas.
Creo que partidos políticos populares, divididos y confrontando entre sí, nunca lograrán modificar la relación de fuerza que existe hoy en día, favorable a los intereses vinculados a la derecha.
En los años ochenta, los partidos populares realizaban congresos donde elaboraban documentos de gran relevancia, hoy las fundaciones producen "papers" realizados por técnicos que responden a la demanda del poder económico ¿Es necesario volver a realizar esos congresos?
Yo creo que no podemos seguir haciendo política como en años anteriores. Tenemos que definir nuevas formas de acción politica. Nosotros no podemos seguir siendo maquinarias electorales solamente.Tenemos que asegurarle a la sociedad que tenemos capacidad de gestión, que estamos en condiciones de resolver los problemas de la ciudadanía. Es necesario crear fundaciones partidarias. Si acudiéramos a las universidades, a los espacios públicos de conocimiento y convocáramos a muchos de los que allí trabajan, garantizándoles la productividad de su esfuerzo, seguramente nos responderían de manera positiva. Necesitamos recursos económicos, que podrían surgir de los propios Legisladores.
Nosotros hemos propuesto que los Legisladores no designen más asesores. Que lo haga el partido, reclutar en las Universidades, para formar una fundación con 70 u 80 técnicos que estén trabajando 3 ó 4 horas por día, para elaborar programas, para hacer control de gestión, para identificar los problemas, formar opinión, escribir artículos, etc. Esta fundación debe servir como asesoramiento no sólo a los Legisladores, sino también a los Intendentes y a los Concejales. Como contraprestación, los Legisladores, en vez de contratar asesores "particulares", le pagarán a los designados por la institución partidaria.
Además esto rompería con cierto clientelismo político... y agreguemos que algunos asesores no cumplen tal rol.
Conociendo que hay un radicalismo y un peronismo de izquierda y de derecha. ¿Ud. apunta a trazar una línea divisoria más en lo ideológico que en lo partidario?
Yo creo que sí, hay que trazar una línea que pase por lo ideológico. Los partidos tienen hoy una ideología muy difusa, tienen que ser más específicos ideológica y sociológicamente. Cuando digo que los partidos puedan hallar consensos básicos fundamentales incluyo al peronismo, siempre y cuando adhiera finalmente a posiciones progresistas. Hoy es muy difícil definir la identidad del peronismo, no sabemos si es Menem, Kirchner, Duhalde o Rodríguez Saa.
Pero hay partidos con los que nosotros podríamos conversar de manera muy natural. ¿Qué hace que estemos enfrentados el Socialismo y nosotros? ¿Qué hace que el propio ARI tenga con nosotros una relación de confrontación tan dura como la que tiene? Sino la inmadurez de alguna dirigencia.
Lo llevo atrás en el tiempo ¿Qué esperaba de su padre como Presidente?
Esperaba lo que se dió. Consolidar las instituciones de la Democracia. Lograr que la sociedad conociera qué había pasado durante los años del Terrorismo de Estado. Incorporar a la cultura argentina, valores más democráticos, resistir las presiones que existían desde el poder económico para privatizar y desguasar al Estado.
Pero me parecía que iba a ser imposible dar respuesta a todas las demandas que se iban a desatar una vez que comenzara a funcionar la democracia, y que esto iba a terminar desestabilizando y generando una crisis de gobernabilidad muy seria, para lo que a mi juicio fue el mejor gobierno de 1983 a la fecha.
Reivindico el Juicio a las Juntas con las limitaciones que las circunstancias imponían, el Congreso Pedagógico, el hecho de que no se extranjerizara la banca, el hecho de que no se flexibilizara el mercado laboral, de que no se privatizara la seguridad social.
Creo que debíamos haber dado en ese momento, cuando la sociedad estaba más dispuesta a escuchar un debate, una discusión acerca de la necesidad de fortalecer las instituciones de la política para los tiempos venideros. Ante la ausencia de este debate, quizá no se tomaron algunas medidas que nos permitieran estar hoy en mejores condiciones desde la política, para enfrentar todos estos fenómenos.
¿Las leyes de Punto Final y Obediencia Debida sancionadas por aquellos años, fueron acertadas?
Sin duda. Cualquier persona con dos dedos de frente, que quiera analizar la realidad, sabe que no había otra cosa para hacer.
El poder militar de turno limitaba la capacidad de acción del gobierno. Frente al fenómeno de la violación de los derechos humanos, teníamos que consolidar la Democracia hacia adelante. Hicimos lo que no se hizo en ningún lugar del mundo, en ningún momento de la historia. Hay quienes todavía, se manifiestan insatisfechos frente a lo que se hizo. Me indigna que se manifiesten insatisfechos algunos hombres del justicialismo, que en aquellos tiempos decían que no se podía hacer nada, porque había una ley de autoamnistía - dictada por la propia dictadura - que consideraban "constitucional". Veinte años después se colocan en críticos de lo que se hizo en la década del ochenta, como si ellos en esa época no hubieran mantenido las posiciones que mantuvieron.
¿Qué le parece positivo y negativo de Elisa Carrió?
Lo positivo de Elisa es su inteligencia, y lo negativo, el hecho de que se sienta la dueña de la verdad.
¿De López Murphy?
Lo negativo que es un hombre que involucionó de posiciones de centroizquierda a derecha. Lo positivo que se fue del radicalismo
¿Néstor Kirchner?
Lo negativo que acompañó a Menem durante la década del noventa y lo defendió, lo positivo que se arrepintió.
¿Eduardo Duhalde?
Lo negativo, el acompañamiento a Menem y la gestión de gobierno en la Provincia de Buenos Aires. Positivo, que pudo con el cargo después del 2001. Actuó con responsabilidad.
¿Carlos Menem?
Sus políticas son la segunda década infame de la Republica Argentina. Lo positivo... que haya sido respetuoso de las reglas de juego de la democracia en términos de la libertad de expresión.
¿Raúl Alfonsín?
Una referencia moral. Su desinterés por lo material. Su tolerancia. Siempre nos decía que hay que potenciar lo bueno. Su vocación de servicio, de lucha, de sacrificio, que a veces lo llevaron a sacrificar a su propia familia. Esas son cosas que rescato de él, como hijo. Es la enseñanza que más le agradezco.
En caso de ganar la interna ¿aspira a que el radicalismo afiance su perfil de centroizquierda?
Sí, por supuesto. Pero antes de que ganemos la interna. Considero que se trata de una cuestión ética. Para mí la ideología es la consecuencia en definitiva de la adopción de posiciones morales. La línea que divide la izquierda de la derecha es una línea de naturaleza moral. Los valores que están a la izquierda, son la solidaridad, el altruismo, la generosidad, el sentido de pertenencia, la sensibilidad y todos estos valores nos obligan a luchar por los sectores más débiles, por los desposeídos como decía Leandro Alem. No se trata de nada extravagante.
A mí me preguntan a veces qué tipo de sociedad es la que me gustaría para Argentina y respondo que la familiar. En la familia, no se abandona al más débil, no se distribuyen de manera injusta los recursos, no se le dice a uno de los hijos "vos vas a ir a la universidad y vos no". En la familia existe sentido de pertenencia, se ayuda a aquel que tiene menos oportunidades. En definitiva, así quiero organizar la sociedad. Ahora en política a esto se lo llama de izquierda. Si es así, creo en la superioridad moral de la izquierda.
¿Cuánto tiempo puede llevarle a la Argentina construir este tipo de sociedad?
Es imposible hacer cualquier transformación política, si no hay un acompañamiento social. En la época del noventa, te decían "Menem lo hizo". No es así, lo hizo Menem porque la sociedad lo acompañó.
Necesitamos que la sociedad esté dispuesta, consciente y lúcida, para que se comprometa en el proyecto de reparación nacional y de justicia social.
Este año puede asumir como Diputado Nacional ¿Podría competir por la gobernación en dos años?
No, a mí me interesa recuperar la Unión Cívica Radical porque entiendo que la suerte de los argentinos no sería la misma si desaparece del escenario político nacional nuestro partido. Quiero trabajar para recuperar al radicalismo como un actor gravitante del escenario político nacional. Después veremos.
Lo que se necesita hoy, me parece, es más Balbín que Alfonsín. En el sentido de que Balbín después del triunfo del Peronismo, quedándonos sin gobernaciones, con pocos diputados, con pocas intendencias, se abocó a la tarea de preservar la Unión Cívica Radical. Después vino quien la llevó al poder.
¿En algunos dirigentes del radicalismo hay oportunismo?
El oportunismo es uno los males más frecuentes. Con relación a la Provincia de Buenos Aires, para poner un ejemplo, algunos miembros del grupo Olavarría, proponían dejar sin candidato a la UCR, para acompañar al que mejor anduviera en las encuestas. En una época era López Murphy, ahora es Felipe Solá, mañana puede ser otro. Ese tipo de comportamiento me resulta realmente deleznable. Eso me irrita.
Como me irrita la especulación que hacen López Murphy y Macri, para ver por cual distrito se presentan, teniendo en cuenta no las necesidades de los distritos sino los resultados de las encuestas. O la especulación que hace Carrió. Dice que el Chaco está subrepresentada y muy mal gobernada y en lugar de quedarse en el Chaco, para dar batalla por los pobres chaqueños, se viene a la Capital Federal, porque las encuestas le dan bien.
Ese tipo de especulaciones, tanto de izquierda como de derecha, me resultan insoportables.
¿Ese tipo de especulación hizo Colazo, cuando pidió la reelección de Kirchner?
Lo de Colazo es un acto reprochable desde el punto de vista de la disciplina partidaria. Debería pensar más qué es lo conveniente a largo plazo y no tanto en la coyuntura.
¿Qué opinión le merece el presidente de su partido, el Dr. Ángel Rozas?
Me merece un gran respeto. Soy amigo de él, lo quiero. Lo voté cuando confrontó con Iglesias y espero que comprenda que hay que hacer un esfuerzo grande por vigorizar a la Unión Cívica Radical, y no a sectores del radicalismo.
¿Es un presidenciable para el 2007?
Sí, puede ser, junto a otros dirigentes nacionales del radicalismo. Aún faltan tres años. Hay muchos dirigentes que están en condiciones de hacerse cargo de la gestión del Estado Nacional con mucho más éxito que Kirchner, De la Rúa y Menem.
¿Tiene intención de lanzar la línea Radicales para El Cambio en Capital?
Por ahora no. Aquí en Capital actúo mucho con Guillermo "Willy" Hoerth, pero de manera no orgánica. Veremos qué es lo que aconsejan las circunstancias.
¿Qué mensaje le daría a la sociedad?
La Unión Cívica Radical es una institución que le aportó mucho al país. La Argentina estaría mucho peor si no hubiera existido la UCR. Estoy seguro que en el futuro, si pierde gravitación el radicalismo en la politica nacional, vamos a sufrir los argentinos, en términos de libertades y de garantías individuales, pero también en términos de bienestar económico y social. Por eso, más que nunca es necesario hacer un esfuerzo para recuperar a este actor fundamental de la politica argentina. No por el radicalismo, si no por la suerte de las generaciones futuras.
Particularmente le digo a los afiliados radicales: solamente de nosotros depende el destino del partido. Si nos comprometemos con el cambio, si estamos dispuestos a reconocer errores, a trabajar por mejorar el partido como herramienta de transformación, estaremos haciéndole un servicio muy grande al país. Y los convoco a todos y les pido, que si sienten esto, trabajen para el partido.
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